Redacción
Las mujeres son mucho más que un grupo vulnerable. Constituyen algo más de la mitad de la población mundial con el mismo potencial inherente que los hombres a la hora de contribuir al desarrollo sostenible. Si se imposibilita la participación plena de la mujer, todos acabamos perdiendo. Está demostrado que la igualdad de género y el hecho de que las mujeres ocupen cargos de poder incrementa los beneficios y agudiza la ventaja competitiva. En resumidas cuentas, la tarta se hace más grande y todos podemos conseguir un trozo más grande.
Por ejemplo, según el Informe McKinsey de 2010 «El Negocio del Liderazgo Femenino», basado en una encuesta a nivel mundial a 2.300 ejecutivos senior del sector privado, las empresas que han centrado sus esfuerzos en las mujeres han incrementado su margen de beneficio. Uno de cada tres encuestados afirmó que las inversiones realizadas en las mujeres han reportado grandes beneficios y otro tercio afirmó que pronto verán los beneficios.
Asimismo, Goldman Sachs ha estimado que el PIB se incrementaría de una forma drástica reduciendo las diferencias de contratación entre hombres y mujeres. Impulsando la contratación de la mujer, calculan que la Zona Euro incrementaría su PIB en un 13%, Japón en un 16% y EEUU en un 9%. Otro hecho llamativo es que se estima que los beneficios se incrementan en un 20% por cada año más que cursan las niñas desde cuarto de primaria. Entre otros aspectos, esto se traduce en un gran impulso de cualquier economía.
Las empresas deben modificar sus políticas de gestión y los líderes deben dejar claro que el liderazgo femenino y la integración de la mujer son la clave para las estrategias de negocio empresariales. Deben centrarse en aspectos relacionados con el entorno de trabajo que más preocupan a las mujeres: la violencia sexual y el acoso; políticas de embarazo y las bajas por maternidad; igualdad salarial y educación adaptada a mujeres y a hombres. Cuando lo hacen, no solo se percatan de que es lo más correcto sino que también tiene sentido empresarial, se reduce el movimiento en las plantillas de las empresas, anima y fideliza a los trabajadores y aumenta la productividad en general.
En la práctica, es de suma importancia que las empresas se comprometan a contar con mujeres emprendedoras y con negocios gestionados por mujeres para que la cadena de suministro se convierta en un centro de oportunidades para las mujeres y que la comunidad en general se implique y pueda beneficiarse.
En este camino pueden ser muy útiles para las empresas los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres—La igualdad es un buen negocio. Estos principios son unas directrices para llevar a cabo acciones prácticas de carácter voluntario para otorgar más poder a las mujeres en el ámbito laboral, el mercado de trabajo y en la comunidad. Promovidos por UNIFEM (Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer) y el Pacto Mundial de las Naciones Unidas en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, 8 de marzo de 2010.
**Autoras: Ursula Wynhoven Special Assistant del Director Ejecutivo de Global Compact, y Joan Libby Hawk, Special Advisor de UN Women y UN Global Compact sobre los Principios para el Empoderamiento de las Mujeres-La Igualdad es Buen Negocio y CEO de Libby Hawk