“Mi día a día en Telefónica”, por Félix Hernández

Hoy escribiré unas líneas no precisamente de mi trabajo, sino de cómo lo hago. Nunca había escrito sobre este reto, quiero decir, contarlo y comunicarlo a los demás, para nada soy experto en métodos ni habilidades productivas, ni me enorgullezco de ser una persona altamente organizada, si bien es cierto que le dedico bastante esfuerzo a reflexionar y construir estrategias para ser eficaz (y eficiente) en mi día a día.

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Félix Hernández

Félix Hernández Rojas Seguir

Tiempo de lectura: 4 min

Ya son años de experiencias y bastantes lecturas y aprendizajes a la espalda. Me gusta ser responsable y productivo con mi vida.

La creatividad y el orden

Hubo un momento que pensaba que la creatividad estaba reñida con el orden. Algo así como que eran incompatibles. Era una visión un tanto naif e imagino que inmadura. En nuestra mente visionamos a grandes artistas encerrados en sus estudios, abigarrados por el desorden, rozando casi el síndrome de Diógenes. Acumular ideas, el momento “eureka” y rebuscar en un cubo de papeles hasta dar con aquella “verdad” que deslumbrara el destino. Pero no creo ya en eso y por el contrario busco espacios de libertad y de ventanas abiertas, donde todo esté en su sitio para que la mente funcione y reflexione. Para mí esta es una prioridad número uno.

Metodologías y herramientas que uso

Metodologías y libros de trabajo hay un montón. Algunos inspiradores, como fue en su momento “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. Por ejemplo, sigo de manera personal y de forma insistente la denominada metodología GTD (Get Things Done), donde se busca, a grandes rasgos capturar todas las tareas que tienes por delante y asignarlas a contextos vitales. En este sentido soy un poco extremista, y la aplico sistemáticamente, construyo listas para todos mis entornos: el laboral… y el personal, por supuesto. Cuando una tarea aparece, si supera una complejidad mínima, la vuelco y la ordeno, y mi mente se libera. Si os interesa, uso como herramienta la llamada “To do” de Microsoft, aunque sé que hay otras.

Además, como buen trabajador del conocimiento utilizo en la oficina o en movilidad las herramientas que todos conocéis de sobra. Somos esclavos del “office” en cualquiera de sus variantes: Se nos conocerá por la generación del ppt (y en mi caso también del Word, porque creo que las ideas como mejor se transmiten es siempre con palabras) y del Excel (porque necesitamos el soporte numérico para justificar nuestras decisiones con robustez). Por eso cuanto más sepamos de ellas más hábiles seremos y menos esfuerzo les podremos dedicar a formateos y retrabajos de última hora. Aunque hay mucho más.

Porque mi día a día no comienza hoy mismo, sino que mi jornada ha ido gestándose en momentos anteriores. Mi agenda deberá contenerlo todo. Deberá ser esta brújula que preparo y repaso el día anterior y que me organiza semanalmente. Es el foco de mi día a día. Y por eso gestiono una única agenda con múltiples calendarios.

Debo reconocer que mi relación con el correo electrónico ha cambiado radicalmente. Para nada guía exclusivamente ahora mi actividad, y menos aún es la fuente que ordena mis prioridades, sino es una fuente más de entrada de la comunicación con terceros a priorizar. Es interesante comprender cómo nos organizamos en el “ahora mismo”. El correo para nada es una herramienta en tiempo real, quizás lo sea la mensajería instantánea con ciertos interlocutores: la urgencia tiene siempre su momento. Con esto llegamos a la parte más importante de mi trabajo y a la que dedico gran parte de mi esfuerzo: la coordinación y la colaboración.

Internamente, en nuestro equipo utilizamos desde hace más de un año una metodología Agile con un tablero KANBAN. Varias veces a la semana repasamos las tarjetas de cada una de las actividades en curso (analizar y priorizar, doing, bloqueos, recurrentes, backlog…) y se ha constituido por eso en una buena herramienta para construir nuestros reportes y sacar adelante los planes. Y de cara al mundo exterior, tenemos las interacciones sociales, tanto virtuales (en reuniones en formato preferido, 30 minutos máximo) como presenciales. He de reconocer que mi forma de trabajar es radicalmente diferente, la pandemia me cambió. Y contaros que me gusta mucho más como soy ahora, máxime cuando lo híbrido se impone y podemos disfrutar de la riqueza de ambos mundos. Y he de confesarles que yo soy de esos que te encienden la cámara en cuanto se les da pie. Necesito comprender a mi interlocutor… y la voz muchas veces no será suficiente. Ahora me siento feliz con mis interacciones con teams, sobre todo gestionando aquel retraso en la conversación, aquella que tantos quebraderos de cabeza me ocasionó al principio.

Por último, para quien me conozca, sabrá que, aunque amo la palabra (como fuerza y sentido de la comunicación humana) también soy un apasionado del dato. En este último aspecto y al hilo de mi doctorado he descubierto Knime (orgullosamente soy de los primeros en utilizarlos en Telefónica), relevante herramienta que permite generar y descubrir insights de manera sorprendente a través de un data analytics gráfico. Nuestro trabajo en marketing es un tanto así: ser en parte detective del mercado y también luego productora de sueños (y por supuesto de negocio).

Y concluyo como propina con una frase fantástica de Marco Aurelio y que describe básicamente el sentido de mi esfuerzo en Telefónica, «El secreto de toda victoria reside en la organización de lo no obvio». Así soy yo en mi trabajo.


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