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Después de León es antes…

Desde la adopción del marco reglamentario de 2002, la política de telecomunicaciones de la UE no ha experimentado ningún cambio importante en su orientación estratégica. ¿Qué cabe esperar a este respecto del próximo Libro Blanco de la Comisión?

Después de León es antes

Oliver Füg

Tiempo de lectura: 9 min

León: Una ambición compartida para las telecomunicaciones de la UE

En otoño de 2023, la Presidencia española del Consejo celebró una reunión informal de ministros de Telecomunicaciones en León para debatir cuestiones relacionadas con el futuro del sector de las comunicaciones electrónicas.

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Esta reunión destacó por su claro énfasis en un aspecto que parecía haber desaparecido hace tiempo del ámbito de la política de telecomunicaciones en la UE: la búsqueda de una perspectiva estratégica para una industria que ha evolucionado hasta convertirse en la capa base de la actividad contemporánea económica, social y, para muchos, vida personal.

En este sentido, el debate de León debería haber tenido lugar hace tiempo. Como recordatorio, la Presidencia española pidió a los representantes que consideraran (i) si la política sectorial de regulación y competencia seguía siendo adecuada y (ii) cómo promover inversiones en redes digitales innovadoras, sostenibles, resistentes y seguras que garanticen la soberanía digital y la autonomía estratégica de la UE.

Al presentar el resultado de los intercambios informales entre los Estados Miembros, la anfitriona, la viceprimera ministra Nadia Calviño, y Thierry Breton, comisario de Mercado Interior de la UE, destacaron que el objetivo de la reunión no había sido acordar iniciativas concretas, sino una visión común de las infraestructuras de conectividad como columna vertebral de la economía europea. A este respecto, según informó Calviño, los Estados Miembros estuvieron de acuerdo en la importancia de mantener el liderazgo europeo en el sector.

Asimismo, los debates sobre los aspectos de fondo se trasladarían a la publicación de un Libro Blanco, la cual está prevista durante la Presidencia belga, en el primer semestre de 2024. Este Libro incluiría los aspectos de financiación y remuneración de las redes que ya habían figurado durante la consulta exploratoria de la Comisión y suscitaron un gran interés durante la propia rueda de prensa.

Para la conectividad europea, León fue la chispa que precede la llama: camino permaneció como el objetivo, aunque la Declaración de León se desvió al campo de la neurotecnología.

Dado que la Comisión ha programado la presentación del esperado Libro Blanco para cuatro meses después de la reunión de León, el 21 de febrero de 2024, la cuestión de qué esperar de ese documento suscita una atención sin precedentes.

Conectividad: Una opción estratégica para la UE

El contexto más amplio en el que se desarrollaron los debates de León pone de relieve tanto los retos como las oportunidades para el proceso que se avecina.

A finales de septiembre, la Comisión Europea publicó su primer informe de la Década Digital sobre el programa político único que el brazo legislativo de la UE había acordado menos de un año antes. En cuanto al estado del desarrollo de las infraestructuras digitales, entre las que la conectividad es el elemento principal, ese informe destacaba que la UE aún estaba lejos de alcanzar sus objetivos digitales.

The State of EU Digital Infrastructure, according to the Digital Decade Report 2023

Anteriormente, en octubre, los Jefes de Estado y de Gobierno se habían reunido en Granada para iniciar los debates sobre la futura agenda estratégica para Europa.

Para construir una Europa fuerte, dinámica, competitiva y unida en un mundo cambiante, los líderes europeos identificaron entre las prioridades y acciones clave un compromiso renovado con un Mercado Único más cohesionado e interconectado impulsado por la innovación. Como afirmaron en la Declaración de Granada, esto requerirá que la UE construya un nivel suficiente de capacidad para garantizar su bienestar económico y social, incluso a través de las tecnologías digitales y cero netas.

El llamamiento de la Comisión a la acción colectiva para dar forma a la transición digital encontró así un compromiso recíproco en el Consejo Europeo.

El viernes, los Estados miembros aprobaron el último expediente del actual ciclo legislativo dedicado directamente a asuntos de conectividad: la Ley de Infraestructuras Gigabit. Esta ley fue concebida para facilitar el despliegue de infraestructuras y, con ello, la consecución de los objetivos de la Década Digital.

De cara a este año electoral en la UE, debe quedar claro que la adopción de esta Ley no marca la finalización de la agenda de reforma de la UE. De hecho, a un año vista de la revisión de la versión de 2018 de la normativa sobre comunicaciones electrónicas, es el momento adecuado para iniciar un replanteamiento dentro del cual pueda tener lugar ese ejercicio.

La reformulación de la conectividad, como se insinuó León y se subrayó Granada, tiene que producirse en un contexto mucho más amplio que el sectorial. Podría decirse que una de las principales debilidades del discurso político sobre las comunicaciones electrónicas desde la liberalización ha sido limitar la reflexión a las comunicaciones como un sector más, cuando, en realidad, ese sector se ha convertido en un vector de transformación para toda la vida socioeconómica.

Al repasar los temas que los jefes de Estado y de Gobierno están considerando incluir en su próxima Agenda Estratégica -resiliencia y competitividad, energía, compromiso global, seguridad y defensa, ampliación, migración-, esto queda patente: la conectividad constituye un elemento transversal que impregna cada uno de ellos.

Por lo tanto, el Libro Blanco requerirá un enfoque que responda a este contexto más amplio reconociendo el impacto transformador, así como la naturaleza cambiante de la industria.

El Libro Blanco: ¿encendedor o petardo?

La consulta exploratoria 2023 de la Comisión planteó un amplio abanico de preguntas sobre el estado del sector y su futuro desarrollo.

Para lograr un ecosistema de conectividad líder a nivel internacional que respalde el espacio europeo de datos e información e impulse la competitividad de la UE, en línea con las expectativas articuladas por los ministros en León y la estrategia configurada en Granada, el Libro Blanco deberá abordar los siguientes aspectos clave:

  • Definir una visión política clara y sistémica de la conectividad. El éxito de la digitalización implica inevitablemente mayores necesidades de conectividad. Como infraestructura clave para permitir la digitalización activa y práctica de las empresas, el sector público y la sociedad civil, la conectividad requiere una visión política diferenciada que subraye y apoye su papel en relación con el ecosistema digital más amplio y por separado.
  • Convertir la importancia elemental de la conectividad en una perspectiva sostenible. La conectividad promueve las oportunidades económicas, facilita la participación, impulsa los objetivos medioambientales y conecta a las personas. Para hacer realidad su potencial, la propia conectividad debe ser sostenible. La Comisión debe desarrollar un pensamiento que reconozca la sostenibilidad más allá de las intervenciones reguladoras en los modelos de negocio minorista y los requisitos de eficiencia energética.
  • Incentivar la iniciativa y acelerar la transformación de la conectividad. La Comisión ha reconocido acertadamente que la conectividad avanzada es un área tecnológica crítica para Europa. El Libro Blanco tiene ahora que identificar una perspectiva que recompense las iniciativas que impulsen el liderazgo y la innovación en la conectividad. Esto tiene que reconocer que la conectividad avanzada requiere importantes inversiones más allá de la infraestructura física.
  • Aportar innovación a la gobernanza de la conectividad. La arquitectura actual de la gobernanza de las comunicaciones electrónicas sigue siendo esencialmente la de los años noventa. En un mundo en el que la conectividad ha adquirido una relevancia transversal y se multiplican las intersecciones con otros ámbitos políticos y demandas, ha llegado el momento de replanteársela. El Libro Blanco debería reflejar el entorno cambiante desde un punto de vista sistémico y explorar opciones que puedan evitar el estancamiento legislativo y promover el liderazgo de la conectividad en colaboración con los Estados miembros. También debería incluir una reflexión sobre la ampliación de la gobernanza a los proveedores de servicios funcionalmente equivalentes.

En conjunto, el Libro Blanco representa una oportunidad única para aprovechar el trabajo de base inicial del año pasado y crear un nuevo impulso político que apuntale la ambición de liderazgo de la UE en materia de conectividad mediante un conjunto de medidas reguladoras, de financiación y de política general. Esto será fundamental, sobre todo de cara a la próxima revisión del Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas en 2025.

Para crear un dinamismo renovado en las comunicaciones electrónicas de la UE, el Libro Blanco tendrá que cambiar su perspectiva más allá del enfoque tradicional de liberalización de la UE. Esto implica tomarse en serio la financiación y remuneración de la conectividad. No hacerlo puede convertir lo que parecía una entretenida interpretación de una cuestión seria en una película de terror. O, peor aún, un documental que plantee la pregunta obvia de por qué la UE comprometió su seguridad, resistencia, integridad y calidad de vida cuando aún tenía la oportunidad de actuar.

El Libro Blanco puede ser un aliciente para la iniciativa privada y la innovación. La Comisión tiene que apuntar alto para llevar la dinámica de su exploración de 2023 al próximo mandato e inspirar las conclusiones pertinentes del Consejo. Un petardo no sólo comprometerá los objetivos digitales, sino también la autonomía estratégica de Europa.


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