En el ámbito de regulación y competencia, el objetivo político definitivo debería ser maximizar el bienestar social. En el artículo anterior de esta serie, se explicó la lógica económica básica que subyace al concepto de bienestar. Se mostró que el bienestar social creado por una actividad depende de las unidades usadas del producto o servicio asociado y de la utilidad que extraen los consumidores de ese uso. También se explicó que los precios distribuyen el bienestar entre productores y consumidores e influyen tanto en el nivel de consumo como en los incentivos a la inversión.
En consecuencia, reguladores y políticos utilizan los precios para incrementar el bienestar social a corto plazo, poniendo en riesgo su futura sostenibilidad. Finalmente, se concluyó que la mejor manera de mejorar el bienestar social parecía ser mover la curva de la demanda hacia la derecha. En este artículo, se explicará cómo funciona este proceso y el papel que el beneficio del productor tiene en él.
El valor crece con la utilidad
Recuérdese que el fundamento para el cálculo del bienestar es la curva de la demanda. Esta curva representa el valor que los consumidores dan a cada unidad consumida del producto o servicio, medido por la disponibilidad a pagar. En la ilustración 1 se muestra que si la curva de la demanda se desplaza a la derecha, el bienestar social incrementa a igualdad de uso. Esto se debe a que los consumidores extraen más utilidad por cada unidad utilizada.
Los desplazamientos de la demanda pueden ser exógenos al mercado, no debidos a la actuación de los productores. Por ejemplo, durante un verano especialmente caluroso, seguramente se incremente la utilidad del aire acondicionado por los consumidores. Esto hará que su curva de demanda se desplace a la derecha. Desde el punto de vista político, son bastante más interesantes los cambios endógenos que puedan inducir los productores que encuentran nuevos usos para sus productos o, en general, los mejoran con características que les permiten satisfacer mejor las preferencias de los usuarios.
Para que esto ocurra el producto debe cambiar o una innovación de éxito tiene que nacer. ¿Cómo se lleva a cabo este proceso?
La competencia como proceso de descubrimiento del mercado
Para entenderlo, es una buena idea describir el proceso competitivo como un proceso de descubrimiento del mercado [1]. La ilustración 2 muestra el proceso de forma gráfica.
Partimos de que la información sobre las preferencias de los consumidores está distribuida entre los individuos y tiene que ser descubierta de alguna forma. Así, el mercado se entiende como un proceso dinámico de descubrimiento generado por los emprendedores, quienes están constantemente alerta en busca de oportunidades de beneficio. Esta identificación se lleva a cabo mediante el cálculo de mercado, con el que obtienen estimaciones que guían sus decisiones. En este contexto, los precios actúan como señales para la actividad emprendedora.
La detección de una oportunidad de negocio es equivalente a detectar un uso más valioso para un bien [1]. El emprendedor que decide actuar tiene que adquirir tal bien y combinarlo con otros bienes en el proceso productivo, lo que siempre conlleva una cierta duración. Hecho esto, necesita vender el producto resultante a un precio que le permita recuperar la inversión complete, junto con la tasa de interés por el paso del tiempo (tasa de preferencia temporal). Si, después de todo el proceso le queda un beneficio, significará que su estimación era correcta y que el bien es más valioso en el nuevo uso de lo que lo era en el alternativo. Por el contrario, la aparición de pérdidas señalizaría un uso erróneo del bien, enviando una señal clara de que debería devolverse a su uso original.
Si aparece un beneficio, una mayor cantidad del bien debería dirigirse a este nuevo uso. Esto lo hará el propio emprendedor exitoso, quien lógicamente está en una posición privilegiada para seguir beneficiándose de su descubrimiento, o nuevos emprendedores atraídos por el beneficio. El proceso de imitación continua hasta el momento en que el beneficio se agota, debido al incremento en el stock disponible del bien resultante o al aumento de los precios del bien inicialmente infravalorado. Este aumento, a su vez, actuará como señal de beneficios, activando nuevos procesos competitivos como el descrito en otros mercados.
Los pilares que subyacen al proceso de competencia
Las oportunidades de negocio dependen de las diferencias entre precios actuales de los bienes y precios esperados de los mismos. Cambios en precios, por tanto, dan lugar a oportunidades de negocio: una subida de precio señaliza un incremento en la escasez relativa del bien, sea por el incremento de su valor para los individuos (por ejemplo, por un nuevo uso), o por una reducción del stock disponible. Una disminución del precio señaliza lo contrario.
Así, el mercado se puede describir como la búsqueda del mayor valor en un contexto de incertidumbre y su funcionamiento se puede resumir en torno a cuatro pilares clave [2].
1.- Competencia: entendida como actividades en rivalidad de los agentes de mercado en busca de información sobre cómo satisfacer mejor las necesidades de los consumidores.
2.- Conocimiento y descubrimiento: el proceso competitive no solo moviliza el conocimiento existente, sino que también genera conciencia sobre oportunidades cuya mera existencia era desconocida.
3.- Beneficios e incentivos: los beneficios no consisten simplemente en sustraer unos costes conocidos de unos ingresos conocidos, sino que constituyen los incentivos para localizar diferencias entre costes e ingresos. En otras palabras, los beneficios son la señal de que ciertos bienes son más valiosos en nuevos usos que en los actuales.
4.- Precios de mercado: en cada momento, los precios representan las ratios de intercambio negociados entre los participantes en el mercado; dan información a los emprendedores sobre la valoración actual de los bienes y, en consecuencia, sobre las oportunidades de negocio.
El papel de los beneficios del productor en el desplazamiento de la demanda
De lo que se acaba de decir, es evidente que el desplazamiento de la demanda a la derecha, y el consecuente incremento del bienestar social, no es un proceso sencillo. Por el contrario, es un proceso sujeto a un alto grado de riesgo e incertidumbre [3], puesto que las mejoras de un producto que valoran los consumidores no se saben de antemano.
Además, el emprendedor tiene que invertir en los bienes necesarios para poder testear su idea, no lo puede hacer sin gasto. En definitive, los emprendedores se enfrentan a un procedimiento de prueba y error, como única manera de incrementar la utilidad para los usuarios, procedimiento que requiere recursos pero que muy a menudo termina en fracaso.
Aunque el éxito no esté garantizado, cuantas más pruebas pueda realizar el emprendedor, mayores serán sus posibilidades de encontrar un producto mejor y de desplazar la curva de la demanda a la derecha.
La búsqueda de cómo conseguir un producto más valioso para los consumidores está en la base de muchas practicas modernas de gestión de empresas, como el método “Lean Start-Up” de Eric Rices, que exploran como usar eficientemente un presupuesto limitado para la innovación. El proceso de descubrimiento se compara aquí con el despegue de un avión, con dos posibles resultados: éxito o fracaso.
La pista (runway) que le queda a la start-up, esto es, “la cantidad de tiempo que le queda a una start-up para despegar o fracasar” se mide normalmente “con el dinero en el banco dividido por la tasa de gasto mensual, o drenaje neto del balance de dicha cuenta” [4]. Esto aplica tanto a start-ups como a cualquier firma consolidada, debido a la naturaleza cambiante e incierta de las preferencias de los consumidores. De hecho, Ries llega a decir que “la verdadera medida de la pista es el número de pivotes que le quedan a la start-up” [5], a la vista de los recursos que tiene disponibles.
En términos financieros, lo dicho significa que se necesita Capital Expenditure (CAPEX) para mover la curva de la demanda a la derecha. Cuanto más CAPEX se invierte, más ideas se pueden someter al procedimiento de prueba y error. Y más aumentan las posibilidades de acertar al mover la curva.
Igualmente, el CAPEX que una empresa puede dedicar al descubrimiento está directamente relacionado con la parte del beneficio del productor puede retener. La razón es que dicho beneficio estará directamente disponible para la adquisición de nuevos bienes que permitan reiniciar el proceso de descubrimiento.
En todo caso, deberían observarse incrementos en el bienestar social como resultado del CAPEX invertido y con cierto retraso respecto al momento de la inversión; además, mayor CAPEX, debería observarse un aumento mayor.
Conclusión
1.- Los productores pueden aumentar el bienestar social provocando desplazamientos de la curva de demanda hacia la derecha. Es decir, encontrando nuevas utilidades o mejorando los bienes.
2.- La forma en que se consigue puede explicarse entendiendo la competencia como un proceso de descubrimiento del mercado.
3.- En el proceso de descubrimiento de mercado, los emprendedores anticipan (invierten) recursos en un proceso de prueba y error. Lo hacen para aprender sobre las preferencias de los consumidores. La mayor parte de las veces sus ideas fallan, pero cuando tienen éxito, la curva de la demanda se desplaza a la derecha. En consecuencia, el bienestar social aumenta, a menudo de forma espectacular.
4.- Los recursos anticipados se corresponden con el concepto financiero de CAPEX. Cuanto mayor es el beneficio del productor, mayor CAPEX será capaz de invertir y habrá más probabilidad de que sean capaces de encontrar nuevos usos valiosos para sus productos, incrementando así el bienestar social.
En la próxima entrada de esta serie sobre bienestar social aplicaremos la metodología explicada en este post y en el anterior, para medir el bienestar social aportado en el mercado de las telecomunicaciones, tanto en la Unión Europea como en los Estados Unidos. También contrastaremos si la relación entre CAPEX y bienestar que se acaba de describir se cumple en ese caso. ¿Interesante? Mantente informado y suscríbete a nuestra newsletter semanal para estar al tanto de todas las novedades.
Notas al pie:
[1] En teoría económica, se distingue entre bienes de primer orden (bienes listos para su consumo final) y bienes de orden superior (factores de producción). En general, la actividad de los productores consiste en combinar factores de producción para conseguir un producto. Este producto puede ser o no un bien de primer orden, pero el análisis no es el mismo.
[2] Kirzner I.M. (1985). The Perils of Regulation: A Market Process Approach. In R.M. Ebeling (1991): Austrian Economics: A Reader. Hillsdale, MI: Hillsdale College Press. See pp. 629-633.
[3] Como demuestra cualquier estadística sobre quiebras de empresas o productos lanzados y luego abandonados.
[4] “the amount of time remaining in which a start-up must either achieve lift- or fail” … “by the remaining cash in the bank divided by the monthly burn rate, or net drain on that account balance” (Traducción propia). Ver Ries E. (2011). The Lean Startup. Crown Publishing, capítulo 8. En este mismo libro se introduce el concepto de “Producto Mínimo Viable” (MVP, por sus siglas en inglés), tan generalizado en la actualidad.
[5] “The true measure of runway is how many pivots a start-up has left” (Traducción propia). Para Ries un “pivot” es un cambio de estrategia, pero el concepto es directamente generalizable a “ideas que explorar”.