No es un secreto que el acceso a tecnologías digitales es un mecanismo esencial para el desarrollo social y económico de los países de América Latina. Incluir a cada vez más personas en el desarrollo de la sociedad digital en la región es una prioridad crítica ¿Es posible imaginar un mundo tecnológico sin las personas que lo habitan? ¿Tiene propósito la tecnología si un gran grupo de personas no puede o no tiene acceso a ella?
Quisiera sugerir, tal y como conversamos en el Segundo Encuentro por la Inclusión Digital en Bogotá, que el desafío de la inclusión digital está estrechamente relacionado con brechas humanas y no solamente con la creación de nuevas tecnologías o el despliegue de mayor infraestructura.
Esto es, que el problema de la inclusión exige hoy más que nunca trabajar sobre el capital humano; especialmente en la mejora de habilidades y en el cierre de otras brechas de uso de las tecnologías. Sólo mejorando la calidad de la educación, desarrollando contenidos y servicios pertinentes, facilitando la accesibilidad y asequibilidad de dispositivos y ofreciendo oportunidades de empleo podremos cerrar brechas y asegurar una transformación digital, social e inclusiva.
A la par de poner el acento en el aspecto humano de la ecuación, durante el Segundo Encuentro por la Inclusión Digital se puso en valor la necesidad de evolucionar el modelo tradicional de regulación de las telecomunicaciones, incentivando la colaboración y alianzas entre diversos actores públicos y privados, para atraer inversiones sostenibles a la región, con el objetivo de avanzar con el cierre de las brechas de cobertura.
Cerrando las brechas de cobertura y uso para el desarrollo social
La inclusión de todas las personas al mundo digital es un imperativo para el desarrollo. Los números son claros: según el informe sobre la Sociedad Digital en América Latina 2023, elaborado por Fundación Telefónica Movistar, un aumento del 1% en el índice de digitalización de un país puede traducirse en un crecimiento económico del 0,3% en su PIB.
Por otro lado, la GSMA indica que cerrar la brecha digital entre América Latina y la media de los países de la OCDE podría generar un crecimiento del 3% anual y más de 400.000 nuevos empleos en la región.
La realidad de la región es preocupante: América Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo, donde el 10% más rico de la población tiene en promedio ingresos 12 veces mayores que el 10% más pobre. Además, uno de cada cinco habitantes en la región es clasificado como pobre (BID, 2024) aunque hay países en los que esta proporción es mucho más alta. Así lo detalla otro informe de la GSMA (2024) que muestra que 225 millones de personas de esta parte del mundo aún carecen de acceso a internet móvil. La situación empeora cuando vemos que, de ellas, hay 181 millones de personas que, aun teniendo infraestructura disponible, no logran hacer uso de la tecnología en su día a día. El problema reside entonces, más que en la carencia de infraestructura, en la falta de uso de las tecnologías disponibles.
En inclusión no hay balas de plata; cerrar las brechas requiere la suma de múltiples esfuerzos. Necesitamos que la tecnología, utilizada correctamente y al servicio de las personas, sea un motor de desarrollo económico y social en la región.
La educación transforma vidas; ampliar el acceso y la asequibilidad de dispositivos impulsa una mayor inclusión, y fortalecer las habilidades digitales de las personas no solo mejora las oportunidades de empleo, sino que también permite a los trabajadores acceder a empleos mejor remunerados, lo cual dinamiza la economía.
Asumir el compromiso con la inclusión y avanzar en una hoja de ruta fue el gran paso que dimos en el Segundo Encuentro por la Inclusión Digital.
Un entorno sostenible es crucial para el desarrollo de la digitalización
Es un hecho que la compleja sostenibilidad financiera de la industria de telecomunicaciones pone en riesgo el despliegue de la infraestructura necesaria para conectar a más personas y reducir las brechas. En este contexto, hay dos pasos claves que debemos tomar. El primero, consiste en hacer esfuerzos para mejorar los marcos regulatorios y las políticas públicas de los países. De esta manera podremos habilitar modelos sostenibles de inversión que estén apalancados en la innovación y la cooperación entre actores.
En segundo lugar, es necesario evolucionar el modelo tradicional de telecomunicaciones, a fin de atraer inversiones sostenibles a la región. Los modelos de canje por obligaciones, en contraste con el tradicional foco en el uso de los recursos de los Fondos de Servicio Universal (FSU), nos permitiría avanzar en el cierre de la brecha digital de manera mucho más eficiente. Según la GSMA, los FSU no han cerrado efectivamente la brecha de conectividad en la región debido a tasas de desembolso deficientes, proyectos sub ejecutados y falta de evaluaciones sólidas sobre beneficiarios y retornos de inversión.
Las grandes inversiones que son necesarias para cubrir zonas no atendidas y continuar evolucionando las redes existentes no pueden ser afrontadas solo por la industria de telecomunicaciones y se requiere de otros agentes que contribuyan para hacerlas sostenibles. Según cifras del BID, serían necesarios US$68.000 millones para cerrar las brechas que existen en este momento en la región. Al invertir en infraestructura digital no se trata de beneficiar a grupos económicos o empresas, sino de potenciar un desarrollo económico inclusivo para la sociedad
Por esto, en Telefónica hemos puesto en marcha diversas iniciativas destinadas a promover una industria financieramente rentable y con mirada de largo plazo, que permita a las personas aprovechar al máximo las oportunidades que ofrece la tecnología.
Modelos basados en la colaboración e innovación
Para Telefónica, la inclusión digital es una prioridad. Llevar conectividad y crear oportunidades para millones de personas en América Latina es uno de nuestros principales objetivos. Con iniciativas como Internet para Todos (IpT), estamos cerrando la brecha de cobertura en zonas rurales de Perú, conectando exitosamente a más de 3.7 millones de personas, brindando servicio a más de 18,700 localidades a septiembre del 2024, y aumentando el acceso a internet en áreas rurales del 22% al 45%. Este logro se debe a modelos innovadores de compartición de infraestructura y alianzas estratégicas entre el sector público y privado. IpT demuestra cómo, a través de la colaboración y el trabajo conjunto con diferentes actores del sector de telecomunicaciones, podemos transformar vidas.
Además de mejorar la infraestructura, en Telefónica impulsamos programas para cerrar las brechas educativas y aumentar la empleabilidad. Mujeres en Red (MER) promueve la empleabilidad femenina en el sector de telecomunicaciones mediante la educación y el desarrollo de habilidades técnicas y tecnológicas.
MER ha promovido el empleo digno y el empoderamiento de más de 1,000 mujeres técnicas, insertadas al sector a través de empresas contratistas de Telefónica, y capacitado a más de 7,000 personas (técnicas, técnicos y equipo administrativo) en temas de equidad de género, en Colombia y Perú. MER ha fortalecido las competencias de estas mujeres para que así se integren en un sector tradicionalmente liderado por hombres y contribuyan a cerrar la amplia brecha de desigualdad laboral que se profundizó durante la pandemia, afectando especialmente a las mujeres.
Las historias inspiradoras de estas mujeres que han accedido a educación para mejorar su empleabilidad nos motivan y nos confirman que la enseñanza y el desarrollo de habilidades son el camino correcto hacia la inclusión digital.
En el ámbito educativo, para dar un ejemplo adicional, ProFuturo y Conecta Empleo de Fundación Telefónica han capacitado a millones de estudiantes, docentes y personas en competencias digitales, contribuyendo a reducir brechas de género y a preparar a la población para el mercado laboral digital.
En 2024, Conecta Empleo ayudó a más de 265.000 personas a mejorar sus competencias digitales, de las cuales un 57% fueron mujeres. A su vez, ProFuturo ha beneficiado a aproximadamente 563.000 niños y capacitado a aproximadamente 188.000 docentes en América Latina. Estas cifras se suman al impacto total de ProFuturo en la región desde 2016, que acumula un aproximado de 2,7 millones de niños beneficiados de manera directa y un aproximado de 1 millón de docentes formados hasta finales del 2023.
Para Telefónica, la inclusión digital no es solo un reto de conectividad, sino un compromiso para que nadie se quede atrás en esta era digital.
Iniciativas como estas reflejan nuestro firme compromiso con la inclusión digital y nuestro enfoque en reducir las brechas de conectividad. Trabajamos cada día con un mantra claro: el desafío de la inclusión es, ante todo, humano. Solo poniendo en el centro a quienes aún están excluidos, empatizando con sus necesidades y comprendiendo sus realidades, podremos avanzar hacia una inclusión digital, social, económica y sostenible que beneficie a todos y todas.
