El término inversión de impacto o Impact Investing surgió en 2007 y hace referencia a las inversiones realizadas por empresas y organizaciones con la finalidad de repercutir positivamente en la sociedad y el medio ambiente, a la vez que buscan el retorno financiero.
Los inversores de impacto, a caballo entre la filantropía y la inversión sostenible, comparten dos características: Buscan un retorno financiero y se dirigen sólo a proyectos capaces de producir un impacto social. Entre ellos, y dependiendo de su prioridades, podemos distinguir dos perfiles:
- Inversores con prioridad financiera (Finance First): quieren un vehículo financiero que les ofrezca rentabilidad de acuerdo con el mercado al mismo tiempo que repara en los fines sociales y medioambientales.
- Inversores con prioridad de impacto (Impact First): Su motivación es el impacto social y medioambiental con algún retorno financiero.
Consultoras y expertos no consiguen ponerse de acuerdo en las cifras que puede mover este mercado. Robert Ruttman, analista de Credit Suisse, entidad que ha elaborado el informe Investing for impact, valora este mercado en 500.000 millones de dólares (369.337 millones €) cifra que el estudio “Investing for social & enviromental impact” de Monitor Institute prevé para 2019. Por su parte, Rockefeller Foundation y JP Morgan autores de “Impact Investments, an emerging asset class” cifran la inversión de impacto en una cuantía de entre 400 mil millones (295 mil millones de €) y 1 billón (738 mil millones €) dentro de 10 años, con unas ganancias para los inversores de entre 183 y 667 miles de millones de dólares.
Para cuantificar el mercado de la inversión de impacto es importante saber distinguirla de la inversión socialmente responsable (ISR). Con frecuencia esta última basa su actividad en evitar la inversión en empresas o actividades que fomentan efectos negativos en la sociedad. Esta inversión suele medirse a nivel mundial por los llamados índices ISR, los cuales permiten conocer a los inversores qué empresas cumplen estándares de responsabilidad social.
La plataforma más conocida para impulsar las inversiones de impacto es Global Impact Investing Network (GIIN) donde se agrupan cerca de 60 instituciones, entre ellas, bancos de inversión, agencias de desarrollo, fundaciones y fondos de inversión social. Algunas de las iniciativas públicas y privadas más importantes puestas ya en marcha están en el documento “Mapa de las inversiones de impacto en España” de Fundación Compromiso y Transparencia.
Por ejemplo, en Reino Unido destacan el Social Incubator Fund, un fondo de inversión por valor de 30 millones de libras (35 millones de euros)destinado a empresas sociales en fase inicial desarrolladas en incubadoras de empresas; la Big Society Capital, una institución financiera que cuenta con un fondo de inversión de 600 millones de libras (714 millones de euros) para inversión en intermediarios financieros especializados en inversiones de impacto; y el Community Interest Tax Relief, que incentiva la inversión de impacto en proyectos que operen en comunidades en riesgo de exclusión a través de deducciones fiscales. Otro ejemlo, en este caso más cercano, es Wayra Unltd. La incubadora en la que el Gobierno de Reino Unido y Telefónica invierten para dar oportunidades a emprendedores.
En otros países como India actualmente se está consolidando la inversión de impacto. Acaba de darse a conocer la intención del fondo Charioteer Fund-I que dedicará 250 millones de rupias (casi 3 millones de €) a la creación de 25 micro empresas.
Invertir en una sociedad mejor es posible, y hasta el momento está dando muy buenos frutos tanto para inversores como para los ciudadanos. El recorrido ha empezado, está en manos de todos continuarlo.
Imagen: -Merce-