El pasado 10 de febrero de 2023 la Comisión Europea (CE) dio luz verde a la creación de una Joint Venture entre Deutsche Telekom, Orange, Telefónica y Vodafone para competir en un subsector de la publicidad en Internet. Más concretamente, el de la intermediación entre anunciantes (marcas) y editores (webs), donde una compañía interviene, en alguno de los países, en más del 80% de los anuncios web publicados.
Ventajas del TrustPID
TrustPID aplica a marcas y webs de anunciantes que se hayan adherido al servicio, permitiendo a los usuarios -que hayan aceptado recibir publicidad de estas marcas- tengan un control total sobre los anuncios que reciben en las webs de anunciantes adheridas. Proporciona un nivel de privacidad que impide que se pueda realizar un seguimiento de su actividad por Internet por ninguna parte implicada.
Esta diferencia fundamental significa que, a través de TrustPID es imposible crear perfiles personalizados de los usuarios basándose en su navegación histórica en todo Internet. Al mismo tiempo, sí permite que los usuarios reciban anuncios de las webs que visitan y que ellos mismos autorizan. Cumple, por tanto, con la actual normativa sobre protección de datos y adelanta los principios que la futura ePrivacy Regulation pretende implantar en Europa. Es, por ende, un servicio que embebe los valores europeos desde su diseño.
Este proceso de aprobación de la CE ha puesto de manifiesto varios aspectos muy relevantes para Europa y sus aspiraciones de soberanía digital:
- Por un lado, la necesidad de que las compañías europeas cooperen para innovar. De esta manera, pueden adquirir la escala suficiente que les permita competir, en servicios o mercados digitales donde no tenían presencia. Y donde algunos de los actores ya establecidos mantienen cuotas de mercado muy altas, que lejos de disminuir, se acentúan con el tiempo.
- Por otro lado, las complicaciones que supone esa misma cooperación para innovar de un sector hiper-regulado, como es el de las compañías de telecomunicaciones europeas. No es sencillo competir en mercados donde son nuevos entrantes con los grandes players digitales que disfrutan de un evidente poder de mercado sin estar reguladas (o solo muy recientemente gracias a la Ley de Mercados Digitales, todavía en fase de pruebas).
- Y, por último, que es perfectamente posible conseguir un equilibrio entre la protección de la privacidad, la innovación y la creación de servicios de nueva generación cuando así se diseña desde el inicio –privacy by design-.
Cooperación para promover un entorno competitivo equilibrado
Es difícil, por no decir imposible, que los operadores, por separado, adquieran el tamaño suficiente como para competir con los gigantes de Internet compitiendo en servicios digitales, como ya se demostró con el intento de Telefónica, Mozilla y ZTE de lanzar un sistema operativo móvil Firefox OS como alternativa a Android y Apple.
Sólo la cooperación para adoptar innovaciones de manera coordinada permite adquirir la escala necesaria para ofrecer servicios alternativos que convenzan a las marcas y a los anunciantes. Por ello, en la propuesta de TrustPID tendrá cabida cualquier operador. Pues, cuanto mayor sea el número de usuarios finales a los que poder presentar los anuncios, mayor será la posibilidad de éxito de esta alternativa.
Para facilitar esa búsqueda de escala para poder competir con los grandes players digitales, la regulación europea debe ampliar su enfoque. Especialmente, en los casos en que se haga por la vía de acuerdos comerciales entre operadores o a través de una operación de M&A, como es este caso. Esta autorización por parte de la Comisión Europea es una magnífica noticia y un beneficio claro para Europa. Supone la creación de un nuevo competidor con la escala necesaria para poder retar el poder de mercado de los actuales players digitales globales.
Un marco regulatorio que fomente la cooperación
Deben generarse presunciones de compatibilidad con la normativa de Competencia que permitan a los operadores cooperar para innovar con mayor facilidad. Es crucial reducir la complejidad de los procesos de control de concentraciones y la autoevaluación de cooperaciones basadas en acuerdos comerciales. Tenemos un magnífico ejemplo de ello con el servicio de roaming internacional, el cual se fraguó bajo la GSMA y que continua hoy en día para temas del Internet de las Cosas (IoT) o Machine-to-Machine (M2M).
¿Qué hubiera pasado si cada vez que se acordaba en la GSMA una configuración de las redes, o los modelos de tarificación, o acuerdos sobre cómo enrutar el tráfico de señalización asociados al roaming, hubiéramos tenido que pasar sobre procesos tan complicados de supervisión, no solo europeos, sino de todos los reguladores del mundo?
Privacidad por diseño TrustPID
Las preocupaciones respecto a la privacidad del internauta y el uso que se da a sus datos, que afectan al actual ecosistema de publicidad digital como columna vertebral de los contenidos en Internet, parecía que no podían solucionarse con las actuales tecnologías basadas en cookies. Especialmente, el que los usuarios hayan perdido el control sobre el uso de sus datos en Internet. Porque difícilmente recuerdan dónde ni cuándo aceptaron los banners de cookies, y mucho menos saben cómo poder revocar esos consentimientos. Es decir, todos estos consentimientos están vivos en Internet y para siempre.
Sin embargo, TrusPID ofrece al usuario la posibilidad de ver y controlar todos los consentimientos que ha otorgado en Internet, siempre que lo desee, de manera sencilla y a través de un único punto de referencia: El portal de privacidad de TrustPID.
Esto es lo que convierte a TrustPID en un verdadero game changer. Se demuestra que es posible potenciar el desarrollo de Internet y recuperar la soberanía digital bajo los valores europeos de protección del consumidor. Sí es posible una Internet cuyos servicios sean customer centric y privacy first.
En definitiva, en un mundo digital globalizado, el tamaño es fundamental para triunfar. Por ello, Europa debe continuar facilitando y fomentando la colaboración entre compañías para innovar en soluciones que alcancen la escala suficiente y que apuntalen la soberanía europea digital.