Hoy celebramos el “Día Internacional de Internet”. Deberíamos mandarle unas flores, ¿no?
Bueno, bromas aparte, hoy es un buen día para pensar en el futuro de la “red de redes”, la tecnología y el invento que ha cambiado nuestras vidas como ningún otro en la historia reciente. Los datos hablan por sí solos: en el año 2000, la mitad de la población de los países desarrollados tenía un teléfono móvil, y la penetración de este tipo de tecnología en África no superaba el 2%. A día de hoy, hay más de 6.800 millones de suscriptores de telefonía móvil en todo el mundo, más de la mitad de ellos en la región Asia-Pacífico (3.500 millones), y la penetración en África ha alcanzado el 60%.
Las cifras de 2013 son impresionantes: hay más de 2.700 millones de usuarios de Internet en todo el mundo, el 77% en los países desarrollados y el 31% restante en regiones en vías de desarrollo. El número de hogares con conexión a Internet es de 750 millones, el 41% del total en todo el mundo.
Pero por impresionante que sea el éxito de Internet y la banda ancha, aún queda mucho por hacer: alrededor de 4.500 millones de personas en todo el mundo no disponen aún de acceso a la red. Peores aún son las cifras de los productos que se conectan a Internet para que resulten más inteligentes y eficaces (máquinas, coches, televisores): tan solo un exiguo 1% está en línea, mientras que el 99% restante continúa sin estar conectado a la red. Personalmente, creo que el mensaje debe ser inequívoco: ¡todo y todos deben estar conectados a Internet! El éxito de Internet no ha hecho más que empezar.
Las buenas noticias son que, hoy en día, la mayoría de la gente entiende que Internet tiene la capacidad de impulsar el crecimiento, la competitividad y la creación de puestos de trabajo, y que está teniendo un importante efecto horizontal y de transformación positiva en nuestras economías y sociedades. Tal y como señalaba recientemente el Foro Económico: “Durante los dos últimos años, la digitalización ha generado una producción por valor de 193.000 millones de dólares (150.000 millones de euros) y ha creado 6 millones de puestos de empleo (…). Un incremento del 10% en la digitalización de un país se traduce en un crecimiento del 0,75% de su PIB per capita (…) [y] en un descenso del 1,02% en la tasa de desempleo. Además, en los países emergentes, la digitalización podría ayudar a 500 millones de personas a salir de la pobreza en tan solo una década” (The Global Information Technology Report 2013, FCM).
Existe también un consenso en el sentido de que Internet puede impulsar los procesos democráticos y ayudar a los ciudadanos de todos los sistemas políticos a organizarse y expresar sus preocupaciones. En este sentido, la red de redes resulta clave para el futuro de las democracias, el derrocamiento de los regímenes tiránicos y la protección de los derechos humanos. También ha cambiado por completo nuestra manera de comunicarnos: ahora mismo, cualquiera puede ser un medio de difusión y la comunicación se ha “democratizado” al dejar de ser un privilegio de los medios profesionales y de los gobiernos. Es probable que aún estemos lejos de ser una gran aldea global conectada, pero creo que se puede hablar de “barrios electrónicos”, que no se definen ya por fronteras nacionales, sino por intereses compartidos, y que están a punto de cambiar la forma en que nos relacionamos y organizamos.
Pero Internet también debe hacer frente a varios retos, la mayoría de los cuales derivan directamente de su enorme éxito:
En primer lugar, la red ha demostrado ser bastante resistente, pero no invulnerable. El reciente apagón de 19 horas en Siria ha demostrado que estas acciones suponen una amenaza real, aunque los motivos de este corte de las cibercomunicaciones sigan sin estar claros. Internet ofrece unas herramientas muy poderosas para organizar protestas, pero su acceso puede restringirse o incluso aprovecharse para identificar y perseguir a los organizadores. La seguridad cobrará mayor importancia en vista del aumento de las actividades delictivas y el fraude como respuesta al mayor uso de los servicios de banca, el comercio electrónico y las comunicaciones a través de la red.
A fin de cuentas, la pregunta que se plantea es cómo proteger los derechos fundamentales de todos los usuarios de Internet (como la privacidad, la seguridad y la libertad de expresión) en un entorno tan complejo y dinámico. En tanto que Internet es un medio global, esta tarea debería abordarse mediante normas internacionales, pero, tal y como hemos aprendido en el “mundo real”, la protección de estos derechos fundamentales no es una tarea sencilla, en tanto existen culturas y sistemas políticos distintos. Por lo tanto, considero que cualquier acuerdo político debería contar con amplitud de miras y respetar las culturas y tradiciones locales, además de garantizar una protección rigurosa de los derechos fundamentales. Un primer paso podría ser la puesta en marcha de iniciativas regionales, por ejemplo europeas, a las que seguirían acuerdos globales. En cualquier caso, parece bastante probable que los mecanismos políticos internacionales encargados de la protección de los derechos humanos y fundamentales en el mundo real sean también los que se encarguen de hacerlo en Internet.
También es importante garantizar la sostenibilidad económica de la infraestructura subyacente de Internet. El “ecosistema de Internet” aloja modelos de negocio muy distintos, que juntos conforman el que es sin duda el mayor mercado del mundo. Si queremos que Internet llegue a todos los rincones del planeta es necesario incentivar la inversión en unas redes nuevas y más potentes, en especial para el acceso móvil en los países en vías de desarrollo. En última instancia, es necesario encontrar un sistema justo y sostenible, un modelo en el que todos los actores del ecosistema de Internet se beneficien del incremento del uso y de la cantidad de datos de la red. Considero que la colaboración será la clave para avanzar en un desarrollo sostenible de Internet, y creo que en los próximos años asistiremos al nacimiento de numerosas formas de cooperación y nuevos modelos de negocio.
Por su parte, los legisladores desempeñarán un papel muy destacado a la hora de proporcionar un marco adecuado en el que se desarrolle todo el potencial de la economía digital. El método basado en la presencia de distintas partes interesadas, característico de Internet, es un modelo adecuado para el futuro, que permitirá que las políticas y la gobernanza puedan seguir el rápido desarrollo de la red en el futuro. Asimismo, espero que la mejor asociación entre lo público y lo privado fomente de diversas maneras la transferencia de experiencias, aptitudes y tecnologías: a través de la creación de ecosistemas de TIC con hubs tecnológicos e incubadoras de innovación (véase, por ejemplo, la iniciativa Wayra de Telefónica), apoyando la innovación a largo plazo mediante la promoción de la técnica y el conocimiento; dotando a los ciudadanos de un mayor poder mediante el acceso a la información y la tecnología; o abriendo nuevas fuentes de financiación para las empresas emergentes. También es importante que los legisladores cooperen a nivel internacional, de forma que se puedan crear marcos políticos que atraigan la inversión privada a las infraestructuras de banda ancha o a la interconexión internacional de las comunicaciones entre máquinas.
Por ultimo, otro de los problemas a abordar es que la experiencia de Internet no deja de restringirse. La red está llena de lugares lock-in, o de acceso cerrado, y parece que la tendencia dominante es la de los sistemas de propiedad exclusiva, esto es, sistemas que pertenecen a un solo propietario o compañía, y no la de los estándares abiertos y los sistemas interoperables. Para Telefónica, el término “Internet abierta” es algo más que una idea bonita, y apoya activamente el desarrollo de este tipo de sistemas. Un ejemplo es la nueva cooperación entre Telefónica y la Fundación Mozilla en relación con el SO Firefox, cuyo objetivo es la creación de un sistema operativo móvil realmente abierto. Estamos convencidos de que un sistema de este tipo no solo mejorará la experiencia de nuestros clientes, sino que además propiciará una bajada de los precios de los smartphones, algo crucial para que Internet pueda llegar a todos. Por lo tanto, creemos que vamos por el buen camino con el sistema operativo Firefox. Los primeros dispositivos ya están a la venta en algunos países como Brasil, Colombia, Hungría, México, Montenegro, Polonia, Serbia, España y Venezuela.
Por lo tanto, el futuro de Internet es prometedor. La economía digital nos ofrece una oportunidad real para todos, así que es importante que colaboremos para lograr que todo y todos estén conectados a Internet, y que trabajemos para que la red siga siendo un fascinante y activo catalizador del cambio en nuestras economías y sociedades.
Puedes leer el artículo original en inglés aquí.