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Conciencia ambiental en todos los lugares

La doble medalla de oro en los JJOO de Barcelona 92 y Atlanta 96 nos habla de la importancia de la educación ambiental

Ara Rodríguez

Tiempo de lectura: 5 min

Hablar de conciencia ambiental es esencial hoy en día, pero no basta con solo aprender sobre el tema. La verdadera clave está en llevar esos conocimientos a la práctica en nuestra vida diaria. La teoría es importante, claro, pero la acción es lo que realmente hace la diferencia. Así que, más allá de los libros y las charlas, es vital que pongamos en práctica lo que sabemos sobre el cuidado del medio ambiente.

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Empecemos con las escuelas. No se trata solo de dar clases sobre el cambio climático y la contaminación. Es fundamental que los estudiantes se ensucien las manos y vivan estos conceptos. Imagina un aula donde, además de estudiar en teoría cómo cuidar el planeta, los chicos plantan su propio huerto, participan en proyectos de reciclaje y visitan parques naturales. Así, no solo aprenden en clase, sino que ven el impacto real de sus acciones en el mundo. Además, esas experiencias prácticas ayudan a que los conceptos se queden mucho mejor en su mente. Lo que aprendemos de niños nunca se olvida y, además, los pequeños de la casa suelen ser los mejores embajadores de este tipo de ideas.

En el trabajo, la práctica también juega un papel clave. No basta con tener un manual de buenas prácticas ambientales; hay que vivirlas. En la oficina, por ejemplo, se pueden tomar medidas simples como usar menos plástico, reciclar y ahorrar energía. Y no es solo cosa de los jefes. Todos podemos hacer algo, desde llevar nuestra propia botella de agua hasta asegurarnos de apagar las luces cuando salimos de una sala. Además, actividades como organizar limpiezas comunitarias o plantar árboles pueden involucrar a todos y hacer que el compromiso con el medio ambiente sea una realidad en el día a día.

En casa, la educación ambiental debería ser parte de nuestra rutina. No es suficiente con saber que hay que ahorrar agua o energía; debemos hacerlo. Pequeñas cosas como tomar duchas más cortas, usar bombillas LED y separar bien los residuos son prácticas que todos podemos incorporar. Además, reducir el uso de plásticos y elegir productos locales y de temporada no solo es bueno para el planeta, sino que a menudo también es más saludable para nosotros.

La comunidad también tiene mucho que hacer. No se trata solo de hacer campañas publicitarias, sino de ofrecer oportunidades reales para que todos participen. Desde crear jardines comunitarios hasta organizar mercados de agricultores o talleres de reciclaje, estas actividades prácticas ayudan a que las personas se involucren de manera activa y vean el impacto positivo de sus acciones.

La clave para que la conciencia ambiental sea realmente efectiva es combinar la teoría con la práctica. Saber sobre el cambio climático o cómo reciclar es solo el primer paso. Lo que realmente importa es poner esos conocimientos en acción en nuestra vida diaria. Solo así podemos ver los resultados, mantenernos motivados y sentirnos conectados con el medio ambiente. Si todos empezamos a hacer pequeñas cosas en nuestra rutina diaria, podemos lograr grandes cambios. Así que, más allá de aprender, pongamos en práctica lo que sabemos y hagamos nuestra parte para cuidar el planeta.

Conoce el proyecto de Theresa Zabell, de la natación a la concienciación

Theresa Zabell, campeona de vela en varias competiciones nacionales y mundiales, también destaca por su labor en la protección del medio ambiente. En 1999, fundó la Fundación ECOMAR, con el objetivo de promover el cuidado de los mares y océanos y educar a los más jóvenes sobre la importancia de la sostenibilidad.

La Fundación ECOMAR se centra en enseñar a los niños sobre el medio ambiente a través de actividades prácticas y el deporte. Theresa, quien ha sido una ferviente defensora del mar a lo largo de su carrera, utiliza su experiencia y pasión para involucrar a los más pequeños en actividades como la limpieza de playas, el reciclaje y el cultivo de huertos. La premisa de la fundación es que la educación ambiental debe ir más allá de la teoría y debe incluir una participación activa que permita a los niños comprender y valorar la importancia de proteger la naturaleza.

Según cuenta Theresa a Mejor Conectados, una iniciativa de Telefónica, la práctica es crucial para aprender. Ella destaca que, mientras retenemos solo un 10-20 % de lo que escuchamos, absorbemos hasta un 90 % de lo que hacemos. Esta filosofía guía los programas de ECOMAR, que han alcanzado a casi dos millones de niños en España a través de actividades como el Programa Grímpola ECOMAR, los Cuadernos de Bitácora y los Talleres Azules.

Theresa Zabell también promueve acciones diarias que todos podemos hacer para ayudar al medio ambiente, como reducir el uso de plásticos y reutilizar envases. Su compromiso con la educación ambiental y la sostenibilidad es evidente en cada aspecto de su trabajo, haciendo que su legado vaya más allá de la piscina y llegue a las futuras generaciones.


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