El 8 de marzo se celebra el Día Internacional de la Mujer, día en el que se realizan numerosos eventos y jornadas en relación a esta día en post de la no discriminación de género. Pero además, existe un porcentaje elevado de mujeres que sufren una doble discriminación: ser mujer y tener una discapacidad.
La combinación de discapacidad y género sitúa a las mujeres con discapacidad en una posición de desventaja en el mercado de trabajo. Las mujeres con discapacidad intelectual alcanzan tasas de inactividad superiores al 70% y tasa de paro que alcanzan el 40%.
Las mujeres con discapacidad tienen derecho a ganarse la vida mediante un trabajo libremente elegido o aceptado en un mercado y un entorno laboral que sean abiertos, inclusivos y accesibles, como reconoce la Convención Sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (CDPD) en su artículo 27
Este triple “handicap” (mujer + discapacidad + intelectual) supone un gran obstáculo para el cumplimiento de los proyectos vitales de estas personas. Tal y como resalta la Estrategia Europea sobre Discapacidad 2010–2020, un empleo de calidad asegura una independencia económica, fomenta los logros personales y ofrece una mejor protección frente a la pobreza. Sin embargo, en el caso de las mujeres con discapacidad, la intersección de ambas categorías –discapacidad y género–, provoca una vulneración de sus derechos, frenando su desarrollo personal y condenándolas a la invisibilidad.
A pesar de estas cifras, la normalización de la discapacidad es parte del presente y esperamos que poco a poco estas cifras queden obsoletas y pasen a formar parte del pasado.
Foto | Gobierno de Aragón