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Big Tech vs editores: Un caso de contribución justa en Australia

El Código de Negociación de los Medios de Comunicación obliga a las plataformas digitales a negociar precios justos con los editores de noticias. A pesar de la resistencia de las grandes tecnológicas, es un éxito. Con 34 acuerdos negociados, los editores de noticias pueden invertir y mejorar su oferta a los consumidores. Estos acuerdos no se habrían alcanzado si el gobierno australiano no hubiera intervenido para igualar las condiciones entre los editores y las grandes tecnológicas.

Big Tech VS editores: Un caso de contribución justa en Australia

Juan Luis Redondo Maíllo

En abril de 2020, el gobierno australiano pidió a la Comisión Australiana de Consumidores y Competencia que elaborara un Código de Conducta obligatorio para la negociación con los medios de comunicación. Este permitiría a los editores de noticias negociar de igual a igual con las grandes empresas tecnológicas.

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El 3 de marzo de 2021, entró en vigor el Código de Negociación de los Medios de Comunicación con el objetivo de garantizar que los editores de noticias reciban una compensación justa por el uso de sus contenidos por parte de plataformas digitales como Google y Meta (antes Facebook).

Durante la elaboración del Código, Google y Facebook hicieron todo lo posible para evitar que se convirtiera en ley, llegando incluso a bloquear contenidos informativos en el país para presionar al Gobierno australiano a que lo abandonara.

Restableciendo el equilibrio: una contribución justa de las grandes tecnológicas

La razón de ser del Código de Negociación de los Medios de Comunicación era crear condiciones equitativas para que los editores de noticias negociaran una compensación justa por el uso de sus contenidos con las grandes tecnológicas. A medida que disminuyen las fuentes de ingresos tradicionales, como las noticias impresas, los editores recurren cada vez más a las plataformas digitales para distribuir y monetizar sus contenidos. Sin embargo, estas plataformas han aprovechado el importante desequilibrio de poder a su favor para renunciar a compensar equitativamente a los editores por el uso de sus contenidos.

El Código pretende corregir este desequilibrio exigiendo a las plataformas digitales que negocien de buena fe con los editores de noticias. Si no se llega a un acuerdo, se designa a un árbitro independiente para que determine un precio justo por el uso de los contenidos. De este modo, se garantiza que los editores de noticias no queden a merced de las grandes tecnológicas, que han estado demasiado dispuestas a negarse a pagar su parte justa.

Una montaña de un grano de arena: Resistencia exagerada a pagar una contribución justa

Las grandes empresas tecnológicas, Google y Facebook, se apresuraron a rechazar el Código propuesto, señalando que era un error pedirles que compensaran justamente a los editores de noticias por sus contenidos. Con argumentos que presagiaban la actual resistencia de las grandes tecnológicas a pagar la parte que les corresponde por los servicios recibidos de los operadores de telecomunicaciones, Facebook subrayó que el Código «malinterpreta fundamentalmente [su] relación con los editores […]» y afirmaba que «el intercambio de valor entre Facebook y los editores se realiza en a favor de los editores».

En última instancia, la empresa llegó a bloquear eficazmente los contenidos de noticias en Australia, así como los contenidos de los servicios sanitarios y de emergencia del país, mientras que la desinformación, por ejemplo contra las vacunas Covid, siguió llegando a los usuarios australianos. Meta ha desplegado la misma estrategia en Canadá donde el gobierno está intentando aprobar una ley similar a la de Australia News Media Bargaining Code.

Bien está lo que bien acaba

A pesar de todas las discusiones de las grandes empresas tecnológicas, los cuentos catastrofistas y la presión ejercida sobre el Gobierno australiano, el Código de Negociación de los Medios de Comunicación ha sido un éxito.

Un año después de su entrada en vigor, el gobierno australiano revisó el Código y concluyó que «el Código ha animado a las plataformas digitales a llegar a un número sustancial de acuerdos con las empresas periodísticas que no se habrían alcanzado sin él». En el momento de la revisión se habían negociado 34 acuerdos, que beneficiaban a empresas periodísticas grandes y pequeñas, tanto en áreas metropolitanas como regionales. En ninguno de esos casos fue necesaria la intervención de árbitros independientes, ya que las empresas encontraron acuerdos en igualdad de condiciones creadas por la legislación.

El Código ha dado a los editores de noticias la seguridad necesaria para invertir en sus operaciones, contratar nuevo personal y mejorar su oferta a los consumidores. Guardian Australia señaló que «la seguridad financiera de estos contratos dio a la dirección la confianza necesaria para adelantar inversiones». En general, como señala el informe, «al final de su primer año de funcionamiento, el Código había llevado por primera vez a Google y Meta a la mesa de negociaciones con las empresas periodísticas sobre la remuneración de los contenidos».

En Canadá, las grandes tecnológicas han vuelto a oponer una resistencia exagerada a pagar su parte justa a los editores de noticias. En Europa están montando un frente contra el pago de una compensación justa a los operadores de telecomunicaciones por el tráfico de datos. Sólo podemos esperar, por los editores de noticias en Canadá y por el futuro de la infraestructura de conectividad de Europa, que no tengan éxito.

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