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Bienestar, el uso de la tecnología y su interpretación en nuestro cuerpo y mente

En este artículo haré un análisis de la información que brinda Nazareth Castellanos, neurocientífica, investigadora, conferencista y formadora en neurociencias. La importancia de aprender a cuidarnos desde la mirada neurocientífica es primordial en estos tiempos. Será cuestión de concientizar nuestra postura y así trasmitir, un estado emocional positivo a nuestro cerebro, esa postura de nuestro cuerpo y la percepción del cerebro, eso que informamos a través de nuestras posturas, expresando en forma constante, y cotidianamente, según el lugar en donde estemos, concientizando eso que trasmitimos y que está, en nosotros, en forma inconsciente. Focalizar la atención en el presente, en cada cosa que hagamos, respirando en forma consiente nos dará una sensación corporal de bienestar, de calma, que será interpretada por nuestro cerebro, generando emociones placenteras.

Consigue el bienestar gracias al uso de la tecnología.

Graciela Ares

Entender nuestro cerebro, en parte es potenciar nuestro bienestar, darnos cuenta de cómo podemos utilizar nuestro cuerpo como parte de nuestra medicina preventiva, un método muy revolucionario.

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Según Antonio Damásio, un reconocido neurocientífico y médico neurólogo de origen portugués, sostiene una frase que resume esta teoría desde un principio, que dice: “El cuerpo ya sabe lo que el cerebro aún no se ha dado cuenta”.

Cuando nosotros nos fijamos en todos aquellos estímulos que nos llegan a través de nuestros sentidos, como por ejemplo nuestra visión, toda esa información va pasando por varias partes de nuestro cerebro, hasta que finalmente todo ese recorrido llega a la corteza cerebral donde se hace consciente, por eso se dice que mi cuerpo se ha enterado antes de lo que percibo, ya que nuestra mente, forma parte de nuestro lado consciente en nosotros mismos.

Desde un principio sabemos que nuestros sentidos son cinco, olfato, oído, gusto, visión, y tacto. A través de las neurociencias, nos hace saber que tenemos dos sentidos más, en orden de importancia, el primero la interocepción, que nos da una idea de cómo están nuestros órganos vitales, es esa información que le llega a nuestro cerebro con datos de cómo se encuentran nuestros órganos. El segundo sentido que hemos agregado, en importancia, es la propiocepción, esta es la información que le llega al cerebro de cómo está mi cuerpo, aquí nos referimos a la postura. Aclaramos que, nuestros cinco sentidos sensoriales nos ayudan a interpretar lo que vemos, sentimos, por ejemplo, si nos tocan una mano, en el tacto, o lo que oímos, degustamos y olemos, ayudarán a estos dos sentidos a completar la información que recibe nuestro cerebro. Esta información es recibida por los receptores que tenemos en nuestro cuerpo, y a través de la médula, llegan hasta el cerebro.

Lo importante es que entendamos que en nuestro cerebro está representado como un mapa todo nuestro cuerpo y que por ejemplo si nos tocan un dedo, esa información se trasmite a través de la médula y llega a una región del cerebro, qué es específica de ese dedo. Entonces hay una representación del cuerpo en el cerebro que se representa en una zona llamada somatosensorial, esta zona surge de la parte delantera a las orejas, que abarca toda la cabeza, como si fuera una vincha que sujeta al cabello, es fina y circundante hasta llegar al otro lado del hemisferio, es decir abarca del lado derecho al izquierdo. Es ahí donde está representado nuestro cuerpo, es muy finita y si nos vamos más profundo en el cerebro, encontraremos la ínsula, que es esa zona que interpreta “quien soy yo”, y está sujeta a la idea de la identidad.

Nuestro cerebro interpreta estos detalles, en esa parte de la corteza cerebral llamada ínsula, y donde se fusionan la información de quien soy yo, a través de mi postura corporal, identificada en esta estructura mental. Es decir, para que mi cerebro pueda saber quién soy, necesita tener un panorama de cómo está mi cuerpo en este momento.

Pero si nos fijamos, en esta representación en la corteza somatosensorial, el cerebro tiene esa representación de nuestro cuerpo. Desde 1952, se vio que el cuerpo, no está representado en proporción al tamaño de la zona corporal que representa, es decir hay partes del cuerpo que el cerebro le da mucha más importancia, en ejemplo de la espalda, por más grande que sea, no tiene dedicadas más neuronas para identificar la misma.

 La más importante es la mano, en especial el dedo gordo, este movimiento de palanca que ejerce la mano con tantas formas de uso en su motricidad, la que ha sido la causante de la evolución de la corteza prefrontal en su antaño del hombre primitivo, por ende, la utilidad de la mano y sus formas ha sido relacionada con su interpretación cerebral.

Por otro lado, de gran importancia también, en el mapa cerebral, es la cara, nuestro rostro, es decir, el número de neuronas que se procesan para querer saber cómo es lo que siento en mi mano y en mi cara es el ochenta por ciento de las neuronas totales que se dedican al cuerpo, el resto del cuerpo es importante pero menos importante para esta zona somatosensorial.

De aquí en los años cincuenta nace una representación que es un hombrecillo que tiene grandes manos y una cara enorme comparada con sus otras partes del cuerpo, al que se lo llamó: Homúnculo de Penfield, el que destaca las zonas más importantes en el aspecto sensorial y otro en la zona motora. El cerebro percibe con más detalles aquello a que le da más importancia.

Las manos, la boca y sus contornos además de los contornos de los ojos son los más importantes para esta representación en el cerebro, esto es para todos por igual, tanto un japonés como un español. La diferencia en las culturas radica en que por ejemplo un italiano tiene más desarrollado la motricidad de las manos y eso dará una información más certera de esta cultura en el cerebro, pero en general son manos y caras las más importantes en la representación cerebral.

De aquí sale la interpretación neurocientífica de porqué, para nuestro cerebro, es tan importante sonreír, el poder que tiene darnos cuenta de cómo está nuestra cara, para así poder influir en nuestro estado de ánimo. Por ejemplo, si mi cara está con el ceño fruncido, mi cerebro va a evocar las emociones que caracterizan a ese estado emocional que detallan a estar enfadado.

La universidad de Los Ángeles está estudiando cómo afecta el gesto que solemos tener, cuando estamos todo el día mirando la notebook, o cuando pasamos mucho tiempo mirando el celular, porque cada vez es más grande el tiempo que pasamos interactuando con esta tecnología en nuestras manos. Es verdad que en la mayoría de las vece tenemos que arrugar nuestro ceño, o tensar los nervios de los músculos oculares, para leer algún mensaje en la pantalla del móvil y ahí fijamos la mirada. También nos obliga a mirar hacia abajo y si nos fijamos, estamos usando nuestro dedo gordo de forma repetitiva y poco natural, es decir esa postura que adquirimos cuando estamos con el móvil, afecta a la representación de nuestro cuerpo en el cerebro, por esto miren que importante es.

En estudios científicos del 1948 es donde se empieza a estudiar la representación del cuerpo en nuestro cerebro y se supo que el cerebro sabe más como está el cuerpo, pero según como éste se encuentre, sabe cómo tiene que actuar. La información de cómo está mi cuerpo no es pasiva, es una relación vinculante, ya que esa información recibida es considerada para saber qué es lo que tiene que enfrentar.

En estudios actuales del 2022, se verifica y se afirma que, con el avance neurocientífico: “todo aquello que está representado en la corteza somatosensorial es lo que nuestro cerebro da cuenta”, cómo está el cuerpo y como lo estoy moviendo dará información a nuestro cerebro. Esta zona somatosensorial, se encarga muy bien de lo que percibe, descomponiendo todo lo que percibimos en diferentes atributos como el color, olor, el sonido, las texturas, el movimiento, para luego fusionar todo eso que vemos y sentimos, alrededor nuestro, integrándolo como parte de como está mi cuerpo, con estos atributos.

Para entender más este concepto voy a citar a William James uno de los fundadores de la Psicobiología, que argumenta su teoría diciendo: “La emoción es la conciencia de los cambios corporales activados por estímulos, si no se sienten cambios corporales, solo habrá un pensamiento intelectual, carente de calidez emocional” y “Negarse a expresar una emoción es morir”.

Por eso William James, filósofo y psicólogo estadounidense con una larga y brillante carrera en la Universidad de Harvard, afirma su teoría con la siguiente frase: “No lloro porque estoy triste, estoy triste porque lloro”.

Cuando el cerebro computa una experiencia además de la analítica, es decir los datos que procesa en el pensamiento intelectual, por ejemplo: me gané un ascenso en mi trabajo, el cerebro completa la experiencia añadiendo también los datos de las emociones que se perciben en el cuerpo, por ejemplo, alegría y felicidad, que es traducida con lo que nos pasa en el cuerpo, como la otra parte importante,  que añade información relevante, para completar  esa experiencia emocional, y  es reflejada en nuestro cuerpo, al recibir esa noticia .

Aprender a reconocer en nuestro cuerpo, las sensaciones, y la respuesta a cada emoción, ¿saber cómo está?, ¿con qué emoción?, nos permite tomar mejores decisiones. Identificar como está mi cuerpo es saber cómo estamos.

Según Antonio Damásio, no nos dice a donde ir, sino donde estamos y como estamos, para luego saber dónde tenemos que ir, para ello deberíamos desarrollar nuestra conciencia corporal, es decir si estoy triste, identificar en donde siento esa tristeza, como cualquier otra emoción que está reflejada en nuestro cuerpo, son como marcadores somáticos y no nos damos cuenta de ello; a veces ni siquiera nos percatamos.

En el momento que nos hacemos conscientes de hacer un escaneo corporal y recorremos las sensaciones de la cabeza a los pies, nos haremos más conscientes de como sentimos esas emociones en él, y nos dará como resultado, saber el estado corporal en cada momento, y nos dará una mayor ayuda, al saber cómo nos sentimos antes de tomar una decisión.

No podemos comprender nuestros sentimientos, opiniones y acciones sólo con el intelecto, debemos fijarnos también en nuestro cuerpo y entorno.

La posición corporal influye en la memoria, ya que la importancia de la postura en la cognición y la emoción. Podremos recordar más números de palabras negativas si estamos en una posición inclinada o encorvada, mirando hacia abajo; en cambio, si estamos erguidos recordaremos mas palabras positivas en nuestro cerebro.

Esto se evidencia en un experimento que se hizo en el 2014 diciéndole a una joven que se sentara mirando una computadora que estaba en el piso, allí le pasaron alguna lista de palabras, con esa postura encorvada, similar a una persona triste que utiliza la misma forma corporal, se evidenció que menos cantidad de palabras eran las que fueron recordadas al cerrar la computadora, todas las palabras recordadas en general fueron de carácter negativo. En otra evaluación, se sometió a la misma muchacha en una silla sentada recta con la computadora a la altura de sus ojos, y las palabras que se recordaron en ese listado, fueron muchas más con respecto a la anterior, y mayormente eran palabras positivas; esto se debe a que la postura afecta la cognición y se pierde capacidad de memoria. Reiteradamente nos sucede a todos, cuando estamos trabajando frente al conmutador y nos estamos encorvando hacia adelante o también pasamos horas frente al móvil, con la cabeza inclinada mirando hacia abajo, y apuntando a la pantalla, sin darnos cuenta que fijamos la vista o ceñimos el ceño para lograr leer esas palabras minúsculas, y que no llegamos a leer, por lo tanto, el cerebro interpreta el cuerpo con un estado anímico bajo y este estado emocional de ansiedad y cansancio, repercute en nuestra cognición, alterando nuestras energías de atención, creatividad  y memoria, lo que es muy significativo en el desarrollo del aprendizaje.

También se ha evidenciado que la posición corporal influye en el sistema endocrino, en una posición de superioridad, por ejemplo, con los brazos cruzados detrás de la cabeza, sosteniéndola a la altura de la nuca, aumenta la producción de testosterona y cortisol, disminuyendo esta producción cuando la persona está en una posición corporal de sumisión, timidez o inferioridad, por ejemplo, con los brazos cruzados en una charla.

Entonces nos damos cuenta de que podemos utilizar nuestro cuerpo en beneficio de nosotros como una herramienta más, es eso que tenemos para nuestra salud mental, y así, pacificar nuestro rostro o corrigiendo nuestra postura. Por el contrario, si ya estamos alterados, podremos evitar, algunas posturas que agravan o ayudan a que el cortisol suba, y que se genere estados emocionales alterados, acrecentando, por ejemplo, el enojo o la ira, con niveles más elevados, al que ya tenemos en ese momento.

Utilizar nuestro cuerpo como una estrategia de control para potenciar la calma o bienestar. Por esto se puede decir, que es más fácil llegar a la interpretación de nuestro cerebro desde el cuerpo, que, desde los propios pensamientos. Cambiando la postura, y, aprendiendo a respirar, tiene mucho más impacto que, moldear los pensamientos, que sirven por supuesto, pero para ello, se necesita de una mirada introspectiva, en forma constante y consciente, de la persona que utiliza este recurso, examinando sus propios pensamientos.

Por esto debemos saber contemplarnos y observarnos a nosotros mismos, para luego poder desarrollar la corrección de la postura, esto sin analizarnos, porque analizarnos sería ya tener un juicio, de porqué una cosa u otra nos pasa.

Hablaremos siempre de observarnos en forma ecuánime sin juicios, y vamos a ir descubriendo algunas cosas que nos son siempre agradables.

El estado mental en su mayoría de las veces tiende a divagar, es decir a vagabundear, se va de un tema a otro. Por eso se dice que una mente divagante es una mente infeliz, ocasionando en nuestros días una sensación constante de malestar o insatisfacción, al igual que nuestro cuerpo, en un estado de inconciencia corporal va a ir a buscar posiciones o gestos que tengamos que luego corregir o que se alejan de su posición erguida.

Para poder aquietar ese divague de nuestra mente podemos hacer ancla como una única llave, en nuestra respiración, esa herramienta que nos permite control voluntario de la atención, observación de las sensaciones que nos produce respirar. Este proceso al que nosotros podemos acceder con la respiración es observando cómo respiramos, ya que se ha descubierto, que a través de una estructura cerebral llamada complejo pre-bötzinger, el cual le dice a nuestro cerebro, como estamos respirando, de tal manera, que, si respiramos de una forma u otra, se accede a una estructura diferente en nuestro cerebro. Esto influye en la memoria, en la atención y en el proceso de las emociones. Respirar de forma profunda y lentamente produce un efecto analgésico sobre nuestro cerebro.

Además, desarrollar la conciencia de nuestra postura corporal no significa estar observando constantemente nuestra postura, sino que nuestro cuerpo ya nos avisará de que estamos encogidos o encorvados, y la importancia de observar nuestra respiración, nos da la idea de modificar una emoción, mejorar la atención y nuestra memoria.

Finalmente estaremos entrenando el control, teniendo una idea consciente, voluntaria, y libre, de a dónde va, nuestra atención.

Según Williams James, nos dice, la atención es el control de la mente, aquello a lo que prestemos atención, representa nuestra realidad. Teniendo más control de a donde va nuestra atención, y con ayuda de la respiración, nos daremos cuenta de poner energía en eso que enfocamos con nuestra mente, de esta manera habitaremos nuestro cuerpo y mente. Desde este mirar, se desprende una frase de Williams James, que dice: “Habitar es aprender a cuidar”.

En la medida que observemos el cuerpo, su postura, daremos esa información al cerebro, y de ahí se dispararán emociones acordes a como estemos corporalmente, además de alimentar la atención cognitiva y nuestra memoria.

Nuestro bienestar depende de saber habitarnos en nuestro cuerpo y mente.

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