Afortunadamente en nuestros días (y en nuestro primer mundo, claro) los libros están al alcance de cualquiera. Hay libros en las librerías, en las bibliotecas, en los colegios…, pero también en tiendas de segunda mano, en salas de espera, en peluquerías e incluso apilados junto a contenedores de basura. Para más inri, tenemos a nuestra disposición multitud de catálogos digitales que incluyen desde las novedades más recientes y alternativas hasta los grandes clásicos.
¿Y qué pasa cuando algo es muy accesible? Que le quitamos valor.
Si lo puede tener cualquiera, será que no vale mucho y por eso, nos cuesta pagar por ello.
Sin ánimo de ofender a nadie, he oído a muchos padres y madres quejarse del coste de los libros del colegio mientras compran videojuegos sin dolor, “porque eso sí lo vale”.
No me excluyo, a todos nos ha pasado alguna vez: entras en la librería, echas el ojo a un libro, le das la vuelta y zas, veinte eurazos que cuesta… Nos llevamos las manos a la cabeza y lo volvemos a dejar discretamente en su estante, pensando en buscarlo online o en Wallapop los más ecologistas, pero ¿te has parado a pensar qué hay detrás de esos veinte euros? O, mejor dicho, ¿quién?
Empecemos por el principio.
Cómo se hace un libro
Sea como sea un libro, en papel o en digital, lo primero que tiene que haber para que exista es una idea y, claro está, alguien que la desarrolle. Ahí tenemos el primer eslabón, el escritor, que pondrá todo su tiempo, esfuerzo, talento, conocimientos y dotes de investigación para que su libro soñado sea una realidad. Tras seguramente meses de escudriñar su cabeza, tendrá en su poder su manuscrito, término con el que denominamos al primer borrador original de una obra completa, aunque lo de la escritura a mano sea solo un ademán retórico.
Lejos de lo que puedas pensar, nuestro amigo el escritor no ha culminado su trabajo, es más, su aventura no ha hecho más que empezar.
Manuscrito en mano y si no es (aún) un autor reconocido, se verá en una encrucijada. “¿Y ahora qué hago?”, pensará, y se abrirán ante él dos opciones principales: hacerse un Juan Palomo (yo me lo guiso, yo me lo como) lanzándose al apasionante mundo de la autopublicación, o armarse de paciencia y fe y enviar su obra maestra a una editorial. En realidad, hay una tercera opción, que por desgracia es la elegida en demasiadas ocasiones, y es la de coger el manuscrito y meterlo en un cajón, analógico o digital, pero si elijo exponer esta opción no alcanzaré el mínimo de palabras que se me piden para este blog, así es que me iré por el camino difícil: nuestro escritor decide publicar.
En este momento aparecerán en escena más actores, que variarán según si decides crear tu libro en versión física o e-book, pero que aportarán un valor necesario al proceso de creación.
En primer lugar, necesitarás un buen corrector de ortotipografía y estilo, la credibilidad de tu obra depende mucho de este punto, y no debes restarle importancia. Una vez corregido tu texto deberá ser maquetado, poner cada cosa en su lugar, pensar las tipografías, los elementos de interacción con el lector…
Sobre todo, si te diriges a un público infantil o juvenil, deberá entrar en escena un buen ilustrador y sea cual sea la edad de tu lector, un buen diseño de portada será fundamental para abrirte puertas.
Una vez ilustrado y maquetado tu libro, necesitarás una buena imprenta, que haga por fin realidad tu sueño de tocar con tus propias manos tu hijo literario, pero incluso en este punto, aún tendrás camino por recorrer. Necesitarás una buena promoción de tu obra, darla a conocer y por supuesto distribuirla por todas las librerías y garantizar su disponibilidad en los principales canales de venta masivos.
Viendo todo lo anterior, es lógico que los escritores piensen mucho cuál será la mejor forma de publicación para su libro ya que esto ha cambiado mucho en los últimos tiempos en los que se ha democratizado lo que antes estaba solo al alcance de unos pocos.
¿Autoedición clásica, Amazon KDP o editorial tradicional?
Como todo en la vida cada opción tiene sus ventajas e inconvenientes.
Si autopublicas en papel tendrás el control de todo, tú elegirás desde el ilustrador hasta el tipo de letra, la calidad de la impresión, el gramaje de las páginas, sabrás lo que se vende y lo que no, conocerás a mucha gente interesante y aprenderás, mucho, te lo garantizo pero… te toparás de bruces con la dificultad de la promoción, distribución y venta de tu libro, teniendo que limitarte a tu círculo más cercano o “currártelo muy mucho” para lograr que tu libro llegue más allá de tu provincia. Ah, y también te gastarás bastante dinero.
Puede que esto que te cuento te suene a “viejuno” ya que, seguro que tienes algún amigo o familiar, o incluso tú mismo, que publica por Amazon desde su casa que no tiene gasto alguno… Bueno, ejem… esto es discutible. Si consideramos que tu trabajo como escritor no vale nada (piénsalo), podríamos decir que publicas sin coste aparente, y que además te queda un pequeño (muy pequeño) beneficio pero… ten en cuenta que aunque efectivamente se te habrán facilitado los envíos y la impresión, deberás ceñirte a unas calidades predefinidas y que además tu libro será uno entre un millón de millones: salvo que te rasques el bolsillo, quedará oculto bajo una inmensidad de autores kdp (Amazon Kindle Direct Publishing) o similares. Y ojo, porque, aunque la gran plataforma comercial te habrá abierto sus puertas, las librerías te habrán cerrado las suyas a cal y canto. Volvemos a lo mismo, no existe la opción perfecta.
Por el contrario, si una editorial tradicional decide confiar en ti, tendrás menos control del proceso de producción, creación y venta, pero tendrás un gran amigo a la hora de ver volar tu obra. Esto también tiene sus excepciones, porque todas las editoriales no son iguales, y a veces más vale solo que mal acompañado, pero como ya sí me voy acercando al número de palabras requerido, ese tema lo dejo para otro artículo.
Y por supuesto, dentro de ambas opciones, podremos también decidir si queremos nuestro libro en formato físico o digital, o en ambos, para lo que tendremos que valorar también los beneficios y perjuicios de la lectura en pantallas vs papel.
Recapitulando, sea cual sea la elección a la hora de publicar, hemos hablado de: escritor, corrector, maquetador, ilustrador, diseñador gráfico, publicista, operario de imprenta, mozo de carga, encargado de distribución, mensajero, librero… y más. Todas estas personas trabajan para hacer realidad un libro, todos cobran por su trabajo y todos tienen una familia que mantener y una vida que vivir. ¿Crees que con los veinte euros tendrán para todos?
Ahora, cada vez que entres a una librería o web y tengas un libro en tus manos o cesta, acuérdate de mí y págalo con gusto, porque, aunque los beneficios que te aportará su lectura no tienen precio, el trabajo de los profesionales que lo hacen posible, sí.