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Autonomía Estratégica Abierta: Una Europa digital, sostenible y competitiva

España tiene una nueva oportunidad para dar forma a la agenda de prioridades de la UE y trazar el rumbo hacia una Europa digital, sostenible y competitiva. Para estar a la cabeza en el nuevo orden mundial y satisfacer las expectativas de la sociedad, es esencial impulsar una agenda renovada que favorezca el despliegue de infraestructura digital y la aplicación de nuevas tecnologías que aceleren la consecución de los objetivos verdes y digitales de la Unión Europea. Telefónica ha publicado su visión sobre cómo puede impulsar la presidencia española la autonomía estratégica abierta europea.

Pablo de Carvajal

Tiempo de lectura: 7 min

Hace unos diez años, la Unión Europea (UE) expresó su deseo de alcanzar una Autonomía Estratégica Abierta. Esta idea englobaba los conceptos de actuar con independencia, reducir las vulnerabilidades económicas, reforzar la cooperación bajo el modelo europeo y promover la inclusión para no dejar a nadie atrás.

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A día de hoy, la transformación digital y la transición a una economía sostenible han agregado una nueva dimensión a la Autonomía Estratégica Abierta europea. Para competir a escala mundial y satisfacer las expectativas de la sociedad, es imperativo impulsar una agenda renovada que favorezca el despliegue de infraestructuras digitales y promueva nuevas tecnologías que aceleren la descarbonización y la consecución de los objetivos verdes de la Unión Europea.

Durante los seis meses de Presidencia del Consejo de la UE, España tendrá la oportunidad de influir de manera decisiva en la agenda de prioridades de Europa, trazando el rumbo hacia una Europa más digital, y verde, más social y competitiva. Telefónica ha publicado un documento que recoge su visión sobre como puede impulsar la presidencia española la autonomía estratégica abierta europea.

Mercados resilientes y competitivos en un mundo global y digital

Este año es el 30 aniversario del mercado único europeo. Es un momento para celebrar los avances y mirar al futuro reforzando nuestra resiliencia, dinamismo y competitividad. En esta reflexión, es importante analizar el papel de Europa en el actual orden mundial.

Es innegable que existe una brecha digital y tecnológica entre regiones, pero aún no está claro en qué lado de la brecha quedará Europa. La conectividad y el desarrollo de tecnologías de última generación han adquirido un nuevo valor estratégico, el cual la UE no acaba de explotar de manera satisfactoria. Esto pone en peligro la competitividad de sectores industriales clave y el desarrollo de la sociedad.

Siendo la conectividad el primer pilar de una agenda de política económica del siglo XXI, se debe prestar especial atención a las empresas y actores que se encargan de invertir en infraestructuras de telecomunicación. Las operadoras somos en este ámbito los más relevantes.

Sin embargo, nos enfrentamos a un panorama complejo con equilibrio difícil entre inversión, regulación y política de competencia, que está dificultando la inversión que se requiere para alcanzar los objetivos marcados en la Década Digital. Por ello, es crucial abordar estos problemas a través de la renovación de la regulación, la adecuación de políticas de competencia y la activación de modelos de financiación para dirigir la inversión al desarrollo de infraestructuras digitales.

Un ecosistema digital equilibrado para impulsar la innovación digital

Las tecnologías emergentes, como el internet de las cosas, la inteligencia artificial, el 5G o la realidad virtual, están creando nuevos paradigmas de experiencias de usuario y modelos de negocio. No obstante, para impulsar todo el potencial de estas tecnologías, se necesita una red eficiente y de alta capacidad.

El despliegue de redes de última generación requiere grandes inversiones. Ahora bien, el actual modelo de negocio no permite una financiación sostenible. Por ello, consideramos que  es crucial permitir al sector de las telecomunicaciones evolucionar hacia un mercado de doble cara que facilite y haga sostenible el despliegue de las nuevas redes que la economía y la sociedad europea requiere. Asimismo, la innovación digital no funcionaría correctamente, ni sería sostenible si la distribución del valor en el ecosistema digital estuviera desequilibrada a favor de algunos agentes. Estos desequilibrios interrumpirían la iteración en el proceso de innovación, generando externalidades negativas para todo el ecosistema digital.

Digitalización para una transición verde

La digitalización y las nuevas tecnologías son dos pilares fundamentales en la hoja de ruta hacia el cumplimiento de los objetivos medioambientales. Como ejemplo, los sistemas predictivos y de mantenimiento que integran tecnologías como IoT, sensores, Big Data o inteligencia artificial permiten un uso más eficiente de los recursos, como energía, agua o gas, lo que se traduce a su vez en una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

En esta línea, la conectividad es fundamental para aprovechar las oportunidades de la transformación digital en la transición verde. Mientras que las TIC generan una huella de carbono de alrededor del 1,4% de las emisiones totales, tienen el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 30 % de aquí a 2030.

A pesar de los datos que muestran el efecto habilitador de la digitalización en la descarbonización de las actividades económicas, la UE no termina de promocionar adecuadamente la doble transición verde y digital. Más concretamente, la Taxonomía, iniciativa que determina las actividades que contribuyen a los objetivos de sostenibilidad europeos, no reconoce plenamente el papel de las redes 5G y fibra. Europa necesita repensar la Regulación de Taxonomía para incentivar la redirección de capital hacia actividades que favorezcan la transición digital y verde.


Como conclusión, la Autonomía Estratégica Abierta de Europa dependerá de su capacidad industrial para ofrecer servicios y productos que apoyen la consecución de la transición digital y verde. Con esta idea en mente, Telefónica ha elaborado un documento que recoge las principales áreas estratégicas en las que debería centrarse la Presidencia española para impulsar la competitividad de la Unión Europea.

Esta es nuestra apuesta por una Europa digital, verde, social y competitiva.


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