Desocialización. Ésta es la palabra con la que definió mi marido el comportamiento de la joven au pair que hemos traído a casa durante el verano para cuidar de nuestros hijos.
Pensábamos que una chica joven, con ganas de conocer una nueva cultura y mejorar sus conocimientos en una lengua extranjera, tendría ganas de participar y compartir nuestra vida familiar. ¿Puede ser que seamos una familia tan aburrida lo que hace que esta joven se encierre en su habitación largas horas con su ordenador portátil? ¿Será porque no soporta más a nuestros tres hijos?
Claro que la primera pregunta que me hizo al instalarse en su habitación fue: “¿Cuál es la contraseña del wifi?”… Y al parecer su comportamiento es bastante común. Mis amigas aseguran que sus au pair se encierran en sus horas libres para comunicarse con todos sus amigos a la vez a través de las redes sociales.
Sin duda, la capacidad del chat para acercar a las personas es maravillosa pero hay que estar atentos para no pasarse de rosca y, por ejemplo, sustituir con estos encuentros virtuales multitudinarios una salida con un par de amigos. Además, ¿dónde ha quedado el rol de “amig@ del alma” al que le contabas todas tus penas y confidencias? ¿De verdad es posible tomarse interés por todos los amigos del chat? ¿Podemos hablar de ligereza en las relaciones humanas? Atentos pues a la desocialización. Algunos consejos para evitarla desde chicos:
- Animar a los niños desde pequeños a que traigan a sus amigos a casa, para que privilegien los encuentros cara a cara con sus iguales.
- Educarles en la práctica regular de deportes, preferentemente en grupo.
- Fomentar la lectura de libros.
- Evitar colocar los ordenadores en los cuartos de los niños.
- Limitar el tiempo de uso del ordenador y de la conexión a Internet.
