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El arte de preguntar a los datos

—¿Qué tengo que hacer para entrar? —volvió a preguntar Alicia alzando la voz. —Pero ¿tienes realmente que entrar? —dijo el lacayo—. Esto es lo primero que hay que aclarar, sabes.

Descubre más sobre la capacidad de cuestionar, explorar y descubrir, transformando datos en decisiones estratégicas de negocio.

Gonzalo Abalo Álvarez

Tiempo de lectura: 4 min

El mundo de los datos en las empresas hoy es sumamente complejo, casi un laberinto donde es fácil perderse entre tanta información. Pero justamente ahí, entre toda esa maraña de datos e información, se encuentra el verdadero desafío y el reto más apasionante: la habilidad de formular las preguntas que nos guíen hacia el rumbo correcto. Hacer las preguntas adecuadas a los datos es esencial para la estrategia de la empresa, para encontrar el mejor camino.

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-Alicia: ¿Podrías decirme, por favor, ¿qué camino he de tomar para salir de aquí?
-Depende mucho del punto adonde quieras ir —contestó el Gato.

Formular preguntas pertinentes

El primer paso hacia la toma de decisiones efectiva es formular preguntas pertinentes. ¿Cuál es el propósito de esta decisión? ¿Qué información es esencial para lograr nuestros objetivos?

Siempre ha habido datos. Las decisiones (más y menos) importantes se han tomado siempre sobre datos. ¿Qué cambia ahora? Tenemos muchos más datos y mucha más capacidad para procesarlos. El problema es que más datos y mayor capacidad de procesamiento, más herramientas, no implica necesariamente una mejor toma de decisiones.

El mayor valor de los datos, su verdadera naturaleza, es aportar valor al negocio. De nada sirve tomar decisiones basadas en datos si no tenemos claro qué importa del negocio, si no nos hacemos las preguntas realmente importantes, las preguntas realmente relevantes. Lo primero que debemos saber es qué deben solucionar, a qué pregunta deben responder.

-Alicia: ¿cuánto tiempo es para siempre?

-Conejo Blanco: a veces, solo un segundo.

La capacidad de hacer preguntas a los datos nos permite que estos, a su vez, nos revelen patrones, conexiones, tendencias… respuestas, en definitiva, que nos ayuden a aportar el valor necesario.

Tenemos que asegurar que los datos tienen sentido para resolver los retos que queremos resolver.

¡Y para que esos datos nos permitan responder a las preguntas que les hacemos debemos tener buenos datos! Es fundamental prestar atención a todo lo que rodea al dato: método de recogida, estandarización, normalización, seguridad, trazabilidad, clasificación, accesibilidad, visualización, …

Y para tener un buen dato necesitamos una buena estructura de todo lo que lo rodea. El riesgo de tratar datos de forma errónea puede llevarnos a decisiones erróneas, y ahí, es donde todo se puede complicar y que dejemos de entender correctamente el negocio y lo que necesita, perdamos la capacidad de generar valor.

«Nunca imagines ser diferente de lo que a los demás pudieras parecer o hubieses parecido ser si les hubiera parecido que no fueses lo que eres».
—Me parece que esto lo entendería mejor si lo viera escrito, pero tal como usted lo dice no puedo seguir el hilo -dice Alicia.

La relación entre causalidad y correlación

Muchas veces cometemos errores por la baja calidad del dato, por la dificultad de consolidar varias fuentes, varios proyectos, distintas frecuencias de tiempo, distintos formatos, queremos que el dato nos dé la solución, y eso no siempre es así: nos van a mostrar solo una parte del camino, nosotros tendremos que analizar y entender la relación entre causalidad y correlación.

Confundir correlación con causalidad es un error muy común lo que puede llevar a decisiones erróneas y malinterpretaciones. En un mundo tan complejo, encontrar la causa-efecto única de un fenómeno es algo anómalo.

Es capital elegir las herramientas adecuadas según el tipo de problema. La información predictiva puede ser valiosa incluso si no implica causalidad. Tenemos que comprender qué problemas podemos resolver con los datos y cuáles requieren una mejora en la predicción, necesitan una comprensión más profunda de la causalidad.

Tenemos que asegurar que los datos tienen sentido para resolver los retos que queremos afrontar. En muy pocos casos veremos que los datos que recogemos son suficientes para responder a las dudas del negocio, tenemos que hacer las preguntas más relevantes y analizar en profundidad el resultado.

-Pero, ¿para qué sirven? —preguntó Alicia con tono de viva curiosidad.

-Pues para protegerlo contra los mordiscos de tiburón —replicó el caballero—. Es un sistema de mi propia invención.

En múltiples ocasiones creemos que los datos están para alimentar el análisis, pero en realidad es la retroalimentación continua y el aprendizaje lo que implica dar un salto diferencial en el uso de los datos.

Recuerda que lo importante no son los datos, es tomar las mejores decisiones con ellos, aportando siempre valor.

La capacidad de cuestionar, explorar y descubrir

La verdadera magia de la gestión y la estrategia de datos reside en la capacidad de cuestionar, explorar y descubrir, transformando datos aparentemente caóticos en decisiones estratégicas informadas que aporten valor al negocio.

¡Gracias por leer! Nos vemos a través del espejo.


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