El brote del coronavirus COVID19 ha generado una crisis global sin precedentes que, más allá de la repercusión sanitaria crítica a la que nos enfrentamos, está cambiando sociedades, economías, empresas y la historia del ser humano como la conocemos.
En este momento estamos en un “estado de guerra” contra el virus, según explicaba Emmanuel Macron, presidente de la República de Francia, en su discurso a la nación. Y como sugería Matteo Renzi en su entrevista en El País, nos encontramos anticipando un debate sobre la sociedad occidental y la gobernanza internacional. Por último, vivimos un punto de inflexión de la transición digital, económica y social.
Esta crisis va a cambiar no solo como nos relacionamos, aprendemos (ej. “online schooling”), consultamos al médico (online/teléfono/vídeo) o nos entretenemos, sino también como compramos, viajamos o trabajamos. ¿Quién lo habría podido prever? Sin embargo, aquí estamos todos experimentándolo y buscando construir nuestro nuevo modo de vida equilibrado.
En el tejido empresarial ya se empiezan a percibir los cambios en el sistema productivo, las dinámicas de consumo, las cadenas de suministro. Las empresas no tienen más remedio que adaptarse y digitalizarse en este momento. Si antes era crítico, ahora resulta vital en lo inmediato para su subsistencia.
Nos vemos ante una transición digital acelerada de la economía donde las infraestructuras de comunicaciones son imprescindibles. La conectividad es una parte crítica de la solución para esta transición y permite que los negocios y las administraciones públicas puedan seguir prestando servicios y productos a los ciudadanos.
Mantenerse conectado con la familia, los amigos, el colegio o la universidad, el trabajo y el ocio nunca había sido tan importante. Vemos cómo se están poniendo en valor diversas medidas tecnológicas de adaptación, o incluso aplicaciones para el seguimiento de pacientes de coronavirus o la atención online, siguiendo los pasos de las medidas adoptadas en Corea del Sur.
La duración y el alcance de esta epidemia es desconocida todavía y podría ser relativamente prolongada, con posibles periodos temporales sucesivos de medidas de contención/mitigación, como sugiere el estudio de Imperial College, que ha servido como base de la estrategia del Reino Unido. Las personas y las empresas necesitan ganar resiliencia, capacidad y velocidad de adaptación para afrontar esta nueva situación. Y lo aprendido quedará:
- Las telecomunicaciones van a ser el corazón de la infraestructura de la que la sociedad se tiene que dotar para gestionar este tipo de crisis. Para ello, será fundamental contar con una red robusta y un servicio confiable cada día, así como la adopción de medidas desde el primer momento, como señalaba José María Álvarez-Pallete, presidente ejecutivo de Telefónica S.A.
- El “todo a distancia” será la norma. Y probablemente viajaremos menos por motivos profesionales, trabajaremos más en remoto reestructurando las oficinas y compraremos más por internet. Empresas como Zoom Video, de videoconferencia, han multiplicado casi por dos su valor en bolsa en los últimos 3 meses.
- Los sistemas centralizados se complementarán con otros físicamente más descentralizados y “autosuficientes”, ya sea en el trabajo (teletrabajo), en la producción de energía, en la producción y distribución de alimentos, en la medicina o la capacidad de no desplazarse más allá de su núcleo cercano residencial (que puede ser rural) y a la vez estar conectado a cualquier sitio.
- Para las empresas más digitalmente preparadas, un desafío clave es que sus plataformas, sus operaciones y su logística puedan adaptar su capacidad para funcionar en circunstancias extremas. Con un 60-90 % del personal que trabaja desde su casa, con flexibilización de horarios, con un incremento de pedidos, con más carga en las redes, las empresas están intentando a toda costa no comprometer la calidad de la experiencia de los clientes y poder dar cabida a la nueva demanda. A modo de ejemplo, Amazon prevé nuevas contrataciones masivas para el incremento del comercio online y las nuevas necesidades logísticas.
- Se transformará el denominado vertical médico implicando a ciudadanos, empresas y administraciones; gracias a los sistemas de telemedicina y gestión remota, de seguimiento preventivo y control de epidemias, de ampliación rápida de la capacidad de atención médica y de laboratorio…
- La educación ya está cambiando a pasos acelerados. Los profesores y los alumnos se están adaptando y acogiendo las nuevas herramientas digitales y modos de enseñanza mejorando la adquisición de habilidades digitales y “soft skills” (capacidad de trabajo autónomo, resolución de problemas, trabajo remoto en equipo, resiliencia…)
- Veremos nuevas tendencias en la colaboración científica internacional, en la promoción de desarrollos abiertos y nuevas formas de fabricación y modificación de las cadenas de suministro (ej. impresión 3D), un mayor pago electrónico, un creciente acceso a las redes sociales, nuevas formas de entretenimiento, mayor interés en la medicina avanzada, cambios en el trabajo y los tipos de trabajadores (ej. “gig economy”) o una reducción de la contaminación en las grandes ciudades debido a la redefinición de los transportes.
En estos difíciles momentos, hemos que mantener las distancias (#YoMeQuedoEnCasa), interesarnos por nuestra familia y vecinos, lavarnos las manos. Tenemos que colaborar de la mejor manera posible para limitar el impacto de esta crisis sanitaria, con nuestro trabajo y nuestra solidaridad.
Pero nos espera un paso más: saber aprovechar la oportunidad y el tiempo para aprender a hacer las cosas de forma diferente y para transformar y transformarnos, para adaptarnos al nuevo mundo que viene como ciudadanos, como trabajadores, como empresarios, como administraciones públicas y en definitiva como sociedad.