Lo sabemos, parece la frase de una taza de desayuno o un boli de colores de una conocida marca de papelería decorada con unicornios y colores pastel. Pero la clave de esta afirmación reside en no reducir su valor a algo simplista, ni de ignorar las dificultades inherentes de la vida. Aunque queremos, los problemas siempre van a estar ahí.
La idea de que pensar de manera positiva puede mejorar nuestra vida tiene raíces en la psicología positiva, un campo que estudia las fortalezas y virtudes que permiten a los individuos y comunidades prosperar. Y no lo decimos nosotros; la ciencia ha abordado está cuestión en varias ocasiones.
Martin Seligman, psicólogo estadounidense considerado como uno de los fundadores de esta disciplina, demostró que las personas optimistas tienden a tener mejor salud mental, enfrentar menos estrés y disfrutar de una mayor longevidad. ¿Significa esto que estas personas no tienen problemas? Ojalá eso existiese… Pero la realidad es que, simplemente, los abordan de manera que minimizan su impacto negativo.
El poder de relativizar los problemas
Relativizar los problemas no significa restarles importancia ni vivir en la negación. Es una técnica que podemos usar para poner las dificultades en perspectiva. Al adoptar esta práctica, reconocemos que los problemas son parte natural de la vida y que, en la mayoría de los casos, son transitorios. Tras un momento malo, vendrá uno bueno. Y a la inversa.
Esta perspectiva nos permite evitar a los dos grandes acompañantes del estrés y la ansiedad: el catastrofismo y el pensamiento de «todo o nada”.
Según un estudio publicado en el Journal of Behavioral Medicine, las personas que son capaces de relativizar sus problemas tienden a tener menores niveles de cortisol, la hormona del estrés. Al reducir la reacción fisiológica al estrés, se mejora el sistema inmunológico y se reduce el riesgo de enfermedades relacionadas con el estrés crónico.
Ahora bien, la teoría es muy fácil. Y la práctica, lo complicado. Es importante reconocer que no todos los problemas pueden ser resueltos simplemente con un cambio de actitud. La psicología positiva no sugiere ignorar estas realidades, sino complementarlas con prácticas que puedan fortalecer nuestra resiliencia emocional. También en la propia ciencia, encontramos mecanismos que pueden ayudarnos a buscar ese equilibrio.
- Reencuadre cognitivo: Consiste en cambiar la manera en que percibimos una situación. Por ejemplo, en lugar de ver un fracaso como una indicación de incompetencia, se puede ver como una oportunidad de aprendizaje. Este cambio de perspectiva puede reducir el impacto emocional negativo de los problemas.
- Atención plena: Ayuda a aceptar el presente sin juzgar. Diferentes estudios han demostrado que esta práctica puede reducir los síntomas de depresión y ansiedad, mejorando así la capacidad de enfrentar situaciones difíciles con una mente clara.
- Gratitud: Mantener un diario de gratitud donde se registran las cosas buenas que ocurren cada día puede cambiar el foco de atención de lo negativo a lo positivo. La investigación muestra que la gratitud está fuertemente y consistentemente asociada con una mayor felicidad.
- Red de apoyo social: Contar con amigos y familiares para compartir nuestros problemas puede ser una gran fuente de alivio. La interacción social positiva ha demostrado ser un amortiguador eficaz contra el estrés.
Lucas Vidal: un ejemplo de actitud positiva
A veces, encontramos grandes ejemplos de actitud positiva donde menos lo pensamos. Lucas Vidal es conocido por ser compositor de bandas sonoras para películas, series, empresas y eventos. Su último trabajo, de hecho, ha sido el de crear la Identidad Sonora de Telefónica. Pero al nuevo protagonista de Mejor Conectados también se le conoce por enfrentarse a sus trabajos con una actitud inigualable
Lucas Vidal es un ejemplo de cómo la actitud positiva y la capacidad de relativizar los problemas pueden transformar la vida de una persona. A los 21 años, enfrentó un diagnóstico de cáncer, una situación que manejó siguiendo los consejos de su padre y proyectándose en un futuro mejor. Esta actitud no solo le ayudó en su recuperación, sino que también le permitió avanzar en su carrera con determinación.
Vidal destaca la importancia de ser positivo con uno mismo y con los demás, especialmente en momentos de adversidad. Durante su formación, enfrentó numerosos rechazos, pero su enfoque positivo le permitió transformar cada «no» en una oportunidad de crecimiento. En el ámbito profesional, su actitud empática y positiva ha sido clave para ganarse la confianza y el respeto de sus colaboradores.
Además, Vidal subraya que la importancia de relativizar los problemas, entendiendo que las dificultades son parte natural de la vida y que es fundamental mantener una perspectiva equilibrada. Esta habilidad para relativizar y mantener la calma en situaciones difíciles ha sido crucial en su éxito personal y profesional.