Vivimos en la época del desarrollo insostenible. Si el resto del mundo consumiese los mismos recursos que España en un año, se necesitarían casi dos planetas como la Tierra para satisfacer una demanda cada vez más insaciable.
El cambio climático es la máxima expresión de una serie de verdades incómodas que, tarde o temprano, nos va a tocar afrontar. Un reto global en el que la tecnología se erige como una de las principales herramientas para cambiar el paradigma socioeconómico y medioambiental en el que nos encontramos.
En este sentido, el Internet of Things (IoT, Internet de las Cosas) tiene mucho que decir. Porque, a pesar de que los usuarios menos techies puedan pensar lo contrario, esta tecnología tiene mucho que ofrecer. El IoT puede ser un elemento clave en el futuro del planeta, y a los hechos nos remitimos:
Ciudades más habitables y sostenibles
Se estima que en el año 2030 el 60% de la población mundial vivirá en ciudades. Urbes de tamaño variable que, actualmente, presentan una serie de problemas más allá de la alta contaminación.
La ineficiencia en el transporte o el derroche energético son algunos de los aspectos que las soluciones IoT pueden ayudar a paliar: reducción de un 15% del consumo de combustible gracias a servicios de gestión de flotas; ahorro de un 10% de combustible en recolección de residuos y desarrollo de un 85% de los puntos negros, donde existe una mala separación de residuos, con Smart Waste; disminución de un 43% el tiempo medio de búsqueda de aparcamiento regulado con Smart Parking; recorte en la irrigación de agua en un 15% gracias a soluciones como Smart Water; etc.
Menos emisiones, más calidad de vida
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 90% de los urbanitas viven en ciudades con altos niveles de contaminación. El Internet de las Cosas puede ayudar a reducir las emisiones de CO2, combatiendo así el cambio climático y mejorando nuestra calidad de vida.
Los ‘fríos’ números son los que mejor ilustran esta realidad. Hasta la fecha, nuestro servicio de Eficiencia Energética en Edificios ha evitado la emisión de 41 Kilotoneladas de CO2, mientras que el servicio de gestión de flotas ha logrado reducir la emisión de estos gases en 18 Kilotoneladas. Además, las Redes de distribución inteligente Smart Grids, junto con el Big Data, pueden hacer que ese ahorro suba a 1,8 Gigatoneladas en 2030. Y esto son solo algunos ejemplos.
Agricultura y ganadería conectadas
No podemos seguir consumiendo al ritmo actual sin variar la forma en que producimos recursos. Por ello, es necesario desarrollar soluciones capaces no solo de incrementar la producción, sino de hacerlo minimizando el impacto en el medioambiente y en los propios recursos.
Por suerte, existen ejemplos prometedores en cada frente. Así, en la industria ganadera encontramos los casos de Celotor, una empresa colombiana que ha desarrollado un sensor que mide el momento de celo de las vacas, mejorando la tasa de fecundidad; o Cattle-Watch, la solución de IoT que ofrece información periódica sobre el ganado: ubicación, estado de nutrición, enfermedades…
En el caso de la agricultura, la sensorización de los campos, la utilización de drones que mejoran el uso de pesticidas o la introducción del riego inteligente, constituyen servicios aplicables para lograr optimizar la producción de las cosechas.