Empecé en Telefónica de España en 2014 para una beca de un año de la fundación SEPI, y en julio de 2015 entré en plantilla, en el equipo de ingeniería de plataformas de datos y nuevos negocios, que por aquel entonces formaba parte de la dirección general de Desarrollo de Servicios y Sistemas. Para mí, entre que hacía poco tiempo que había salido de la universidad y que lo que había estudiado tenía poco o nada que ver con las telecomunicaciones, la verdad que tenía la sensación de entrar en un mundo completamente nuevo. Como digo siempre que me preguntan: llegué aquí sin saber lo que era una dirección IP.
En ingeniería nos dedicábamos a la gestión de la capacidad de servicios de valor añadido para empresas, en dos planos: por una parte, dimensionábamos de año en año cuál iba a ser el diferencial de capacidad en base a las previsiones de negocio, al funnel de clientes. Por otro lado, había que prever también obsolescencias o evoluciones de arquitectura para algún cambio importante o para incorporar nuevas funcionalidades a estos servicios. Estas necesidades las presupuestábamos y las ejecutábamos en producción en el siguiente ejercicio, en coordinación con otros grupos técnicos, proveedores, en paralelo con Soporte y Operaciones, y aguas arriba con las áreas de Desarrollo de Servicios, Tecnología y Marketing.
En los siguientes años, como un año antes de la pandemia, cambiamos de rol y nos pusimos la gorra de planificadores de la capacidad extremo a extremo. Era un poco lo de antes, pero dejando a un lado la actividad de ingeniería en planta, para poner todo el foco en la gestión de la capacidad en sus distintas vertientes: cómputo, disco, licencias…
Y justo con la pandemia, en noviembre de 2020 y teletrabajando desde casa, acabé en Innovación, que es donde estoy ahora. Echo la vista atrás y estos ya casi cuatro años se me han pasado volando. ¿Qué puedo decir? yo cuando cuento lo que hacemos en Innovación se sorprenden y aunque esté mal decirlo, damos cierta envidia (de la buena) y casi siempre escucho “qué cosas más chulas hacéis ahí”. Como Telefónica es tan grande y toca tantos verticales, creo que esto se traslada a nuestra forma de trabajar, de manera que abarcamos proyectos piloto muy variopintos, siempre de la mano de clientes de muy diversos sectores, implementando con ellos soluciones que al final son nuevas formas de hacer las cosas, productos, procesos o servicios innovadores, valga la redundancia, y que ponen a prueba las capacidades tecnológicas de la casa, especialmente la red móvil 5G.
En pocas palabras, me siento muy afortunado de estar en la que creo es la mejor área de una de las mejores compañías de España.
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